En los últimos 7 días, 2 personas han fallecido. Por un lado, mi nona, de 94 años, muy viejita y enfermita y por el otro, Emerson, un amigo joven, lleno de vida y talento, de una enfermedad que de una sola se lo llevó.

Y sólo puedo pensar en lo frágil, lo demasiado frágil que es la vida, tengo ese nudo en la garganta atorado no por falta de razones o de ganas, si no porque veo a mis dos hijos y son la certeza de que cuando una vida acaba, siempre hay otra que comienza. Los abrazo y los beso y no sé cómo o por qué pero ellos me dan la seguridad de que todo va a estar bien. Pero sé que necesito más.

Que nuestras relaciones sean un poco más cercanas. Que hay que besar más, abrazar más, decirle te quiero más. Dile cuánto la quieres, dile lo importante que es para ti. Hay que tomarnos más de la mano. Sentir más, gozar más, entregar más. Sin limites de tiempo ni por la tecnología, ningún emoticon puede reemplazar una mirada, mucho menos una palabra. Sér más feliz y hacer a los que me rodean más felices también. Vivir más. Llamar más por teléfono, visitar, pasear más y acompañar más. Sonreír un poco más, engreír un poco más y dejarme engreír un poco más también. Nada de esto puede hacernos daño. Ser más comprensiva, más tolerante, más amable, un poco más.

Me queda esa sensación rara en el corazón y un hueco en el alma, desasosiego creo que es, por saber que hoy estamos y mañana, quién sabe mañana.

Sólo eso. Tan sólo un poco más.