No soy una chica de andar mucho en jeans, y no se por qué estos últimos días he estado tan apagada. No quiero nada. Esta vez el quiste que me han sacado me ha dolido más que nunca y siento cada punto cuado me paro, cuando me siento, cuando camino, cuando respiro. Auch. No quiero nada. Miento, como te decía no soy una chica que vive y muere por sus jeans ni mucho menos los colecciona (te miento si te digo que tengo más de cinco), sin embargo, será que el doctor me dijo que nada de pantalones, o que el clima va refrescando, será el sereno, pero esta semana he querido como nunca usarlos y simplemente no quitarmelos.

Es lo de siempre, te dicen que no puedes algo y en ese mismo momento empiezas a necesitarlos. Pero mi necesidad ha sido absolutamente simple, quiero mis jeans booy cut que no uso hace pfffffff, una camisa relajada, tengo ganas de sacar mis botas del clóset, chapar mi cartera y listo el pollo. No quiero flashes ni bling bling ni vavavaboooooom, quiero, en realidad, tan solo esto.

Simple que te quiero simple.