El pecado de Lanvin

Escrito por: NicolasRK
lanvin

 

A veces tendemos a idealizar o encasillar a ciertos personajes o conceptos. Jeanne Lanvin – sí, Lanvin fue una mujer y no el gordito con poco cabello que vemos hace años en las pasarelas – madre divorciada, mayor de once hermanos de una familia bastante humilde y muy lejos de todo el glamour y lujo del que la casa Lanvin es ícono.

Empezó como las grandes, como Chanel, como sombrerista. Trabajó para diversas casas de diseño hasta que decidió abrir su propio atelier después de laborar un tiempo en España. Sin embargo, el éxito le llegaría cuando alguien vio los increíbles vestidos que confeccionaba para Marquerite (su única hija). Los modelos fueron tan originales que se corrió la voz sobre ella en París, haciendo que las más adineradas familias la buscaran para que confeccione copias para sus propios hijos. Decidió lanzar su primera línea infantil y años más tarde, vestir también a las madres.

La importancia de Lanvin nos llega de diferentes maneras. Su especial obsesión con el color, sobre todo con los claros, luminosos y florales, la llevaron a fundar su propio taller de teñidos centrándose en perfeccionar sus tonalidades y la calidad de sus tintes. De está manera desarrolló colores únicos: el azul que con el tiempo llamaría con su mismo nombre, el rosa perfecto, rosa Polignac en honor a su hija Marguerite, el verde Velásquez y el negro que siempre usó.

Siempre estuvo en contacto con diversos artistas, lo que le permitió desarrollar un agudo sentido de volumetría, composición y color. Para ella, moda y arte eran uno. Lanvin trajo el concepto de estilo de vida. Más allá de comprar una pieza de arte, las clientas de la casa adquirían un sentimiento de membresía a un club privado, una especie de cofradía del buen gusto. Jeanne logra esto mediante el lanzamiento de una línea de hogar, decoración de interiores y mobiliario, que hasta entonces no se había concebido. Junto a ella también incursionó en ropa para hombres, pieles y lencería.

Jeanne Lanvin aprendió a apreciar el mundo de una manera especial. Sentía fascinación por otras culturas de las cuales tomaba elementos y materiales para incorporarlos en sus diseños. China, Persia e India fueron fuentes de inspiración las cuales adoptó a la moda contemporánea teniendo como resultado bordados seda, lazos, medallones de terciopelo y aplicaciones de lentejuelas.

Pero la visionaria empresaria no se quedó ahí. Se consagró como una de las figuras más influyentes, no solo de la moda sino del estilo, con el lanzamiento de su línea de perfumes. Fue la cereza encima del helado. La mejor forma que Jeanne encontró para darle el cierre perfecto al estilo de vida de la mujer Lanvin fue darle un aroma determinado, una esencia. Así en 1927 introduce al mercado Arpège, una fragancia inspirada en las notas que Marguerite tocaba en el piano. Años más tarde, lanza My Sin, perfume que quedaría grabado en la historia.

A la muerte de Jeanne en 1946 la firma pasó por diferentes administraciones, llegando a ser comprada por L’Oreal y posteriormente por la casa Vuitton para terminar en manos del grupo inversor Harmonie, quien puso a Alber Elbaz como director artístico de la firma, la mejor dirección y compenetración que Lanvin ha tenido desde la misma Jeanne.

Alber le devolvió a las desaparecidas prendas de la marca la femineidad y romanticismo que las caracterizó. La crítica enloqueció con la colección que el diseñador presentó en el 2002, Lanvin volvía a enamorar con sus formas, caídas, telas y colores. Es muy conocido que una vez probada una de sus prendas, es muy difícil que se deje de usar. El rumor debe tener qué ver con lo favorecedor y delicado del estilo. Las siluetas siempre son alejadas del cuerpo, voluminosas y semi-estructuradas, con ese toque de seducción elegante, inteligente y sobre todo, sencillo. Albaz trabaja los drapeados que han caracterizado a la firma desde sus inicios, tiene una obsesión por los detalles, bordados y añadidos, creando prendas que pueden ser femeninas y poderosas al mismo tiempo.

En setiembre del 2010, ya con una muy revalorada imagen y el regreso al concepto aspiracional después de la crisis, Elbaz se une a H&M para lanzar una línea accesible al público en general, sumándose así a la lista de diseñadores que han colaborado con la marca (Versace, Marni, etc.). La colección fue un éxito rotundo, las piezas se agotaron en los primeros días de venta y aunque la crítica fue un poco dura en cuanto a los materiales empleados y la calidad de los accesorios, el espíritu Lanvin se sintió en cada una de las piezas (tampoco pueden esperar seda por $150, no se pasen pues).

Jeanne Lanvin es el ejemplo de mujer que tiene como motivación e inspiración a sus hijos. Su estilo jamás se alejó de lo femenino a pesar de que los 20’s eran tiempos dominados por hombres y el título de “modista” no llegaba a tener el glamour ni la distinción de hoy en día. El satín, vestidos cocktail (frecuentemente de un hombro), cigarette pants y la experimentación con el volumen, son básicos de la marca. Ahora en manos de Albaz, el romance entre la mujer y Lanvin vuelve a todo su apogeo. No es en vano que dicen que cada vez que Elber Alvaz hace una reinterpretación del Little Black Dress sabes que es algo que vas a querer vestir por siempre.

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Comentarios

  1. Ari

    Seren siempre te leo, pero noto que algunos post son subidos por Nicolas y otros por ti, explicame eso, él ahora se encargará de publicarlos por la maternidad? de todas maneras excelente aporte, me gusto mucho este y el post EN EL OJO DE GAGA. Saludos.

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