11 de Marzo del 2014
París y yo. (parte 1)
Antes de empezar, hagamos esto de una manera especial pues lo que voy a compartir es especial. Cada nueva experiencia va a ir antecedida por una canción. A ver si nos ayuda a entrar en el mood.
Gravity - Sara Bareilles
A mis 23 años he aprendido mucho a lo largo del camino. Hace pocos días leía el pequeño post de felicitaciones que me hacía Vane por la invitación a París y en dos comentarios preguntaban “¿quién es Nico?”. La pregunta se me quedó grabada y estuve días dándole vueltas, reflexionando sobre las cosas que había hecho y dejado de hacer. Sobre mis primeras metas y las que tengo ahora. Sobre ese cuadernito en el que empecé a escribir hace unos años, sobre mis padres, sobre mi vida. Con esta idea aún en mente, subí a un avión y después de 12 horas, estaba en París.
Quiero realmente compartir esto con ustedes. Quiero que este viaje a una de las capitales de la moda sea más que eso, un viaje. Quiero convertir esto en una experiencia. En una de las que marcan tu vida por siempre, las que no olvidas. París es definitivamente una ciudad sacada de un libro, uno de esos libros que encuentras en sus mismas tiendas vintage, esos libritos que tiene las páginas como con pecas, las hojas de color marrón bajito y que tienen un aroma peculiar. Es una ciudad sacada de un libro pues cada una de sus calles es como pensada, como imaginada. Cada esquina tiene una historia que contar, y sobre esa historia tiene muchas otras, exactamente como un libro usado. Cada libro te cuenta una historia, pero además es fácil percibir la historia de la persona que lo leyó antes que tú. El romanticismo parisino no es como lo describen en los salones de arte, es el romanticismo de los innovadores, los apasionados, los que empezaron llenos de ilusiones y lo lograron. Es el romanticismo de cada uno de nosotros. Los jóvenes tenemos ese gran pecado, el pecado de las eternas ilusiones.
Enamorarse de la ciudad no toma más de un día. De hecho, dudo que tome más de quince minutos. Hay tanto que conocer y tan poco tiempo, y creo que es precisamente por eso que es el romance perfecto. El tipo de romance en el que aprecias lo mejor del otro, en el que todo es perfecto. París nunca te deja de sorprender. No te da opción.
Creo que lo importante en estos casos, como en el amor, es dejarte llevar por esa corriente interna que todos tenemos. Por el vacío lleno de pasiones que encuentras con tus primeras ilusiones y que muchas veces perdemos por culpa de otras personas, o por culpa de nosotros mismos, porque nos hacemos daño y nuestro sistema de defensa se vuelve siempre activo. Para disfrutar París, sin embargo, hay que dejarse llevar como cuando tenías 15 e ibas al cine en tu primera cita y tus papás te daban 60 soles y eso era el mundo, y todo lo tenías planeado, todo bajo control mientras morías de nervios por dentro. Tienes que tantear a ciegas en la oscuridad con esa inocencia que habías olvidado; dejar toda pretensión de lado y ser tú mismo. La ciudad te va a encontrar y te va a celebrar.
Chasing Cars - Snow Patrol
Por mi parte empecé conmigo mismo. Empecé a sentirme cada vez más orgulloso de mi exótica mezcla peruana y de llevar ese estilo y esa crianza tan conservadora y única que los limeños tenemos. Empecé por sentarme a la orilla del Sena con un manto peruano y abrir una botella de vino y simplemente conversar. Olvidé que había dejado de fumar y acompañé cada vaso de vino (vaso de plástico por supuesto) con un cigarro. Olvidé que hace más de tres años vivo a dieta y acompañe cada risa con un pedazo de pan que había comprado camino al río. Empecé por reírme de estupideces y hablar de esos sueños que a veces te sientes muy ridículo de contar. Esas metas que guardas para ti con recelo, con miedo de que alguien te vaya a atrasar en el camino. Empecé por recordar mi infancia y las risas con mi madre. Empecé por amar a mis padres y agradecerles por la oportunidad de estar en la ciudad que ha visto a las más grandes mentes juntas.
Lo siguiente para mí fue perderme. Perderme conmigo mismo y caminar sin mapas ni celulares, solo mi iPod. Caminar por todos lados mirando como sonso. Esto me llevó a la Rue de Martyrs, a los chou y a Mattieu. Popelini es este lugar en medio de la rue de Martyrs, en el camino que lleva a Monmartre, con los mejores (y únicos) chou que he probado en mi vida. Un experiencia literalmente necesaria en la vida de los que amamos la pastelería. Popelini también es el albergue de Mattieu, el chico de los choux (en plural) y el de los ojos azules y la sonrisa más amable de toda la ciudad.
Y aquí viene la tercera parte. Yo. Crecer en Lima en medio de una sociedad tan conservadora y tan pequeña y escasa en ciertos aspectos, a veces es un poco difícil. Cualquier diferencia es tomada como algo desconocido y por lo tanto como una amenaza, todo lo que es una amenaza tiene que ser eliminado. La comunidad gay en Lima, si bien está viendo mejores tiempos, todavía tiene, tenemos, que soportar muchos insultos , comentarios desatinados, ignorancia e incluso bromas en el día a día, bromas a las que quizás ya estamos acostumbrados, pero que de una u otra manera nos afectan. Refuerzan el sentimiento de exclusión. Decidí ir a Le Marais, el barrio que ha sido tomado por la comunidad gay, y vaya que la pasé genial. Cada tienda tiene un concepto, todo está lleno de arte, de color, de vida. Todo está lleno de humor, todo está lleno de ese toque especial que los gays ponemos a las cosas. La villa gay en París está decorada por banderas de arcoiris por todos lados y muchas de sus tiendas están pensadas para su público específico. Aquí la gente es libre de expresarse como mejor le parezca y todo el mundo está de acuerdo con eso. Incluso los panes pueden ser lo que quieren ser. Así que decidí que al volver a Lima yo también iba a ser feliz.
Runaway Train - Soul Asylum
Son las 4:30 aquí así que… seguimos mañana?
Night!