
Hay veces que la vida te agarra en una rutina de esas que son como las cositas de los caballos de carreras que solo permiten ver hacia adelante, hacia tus metas, objetivos, etc. y pierdes el increíble panorama de 180 grados completos. Cada día me doy cuenta que soy veinticuatro horas más viejo que la mañana anterior, por eso decidí empezar mis días a las 6:00am y terminarlos en algún lugar entre las 11 y 12 de la noche. Por eso también decidí tomar momentos más intensos para disfrutar de mis pasiones: los libros, el escribir, el café y la moda. Así curé mi closet para empezar las clases en la Universidad de Lima, lugar en el que estudio y estoy seguro me odian un poquito por todas las faltas que el trabajo me obliga a tener pero que finalmente logro convertir en una de mis partes favoritas del día. Soy un nerd, qué puedo hacer? Y es en esos días de rutina maldita con los que lucho, que me detengo y miro al rededor buscando el elemento que estoy perdiendo, el je-ne-sais-quoi en lo cotidiano, la inspiración. Esta semana salí de clases en la búsqueda desesperada del café de las 10am y caminé -como casi todos los días- hacia el Jockey Plaza. Estaba caminando por el boulevard para entrar en Starbucks y ordenar casi sin mirar un capuccino con leche sin lactosa, un extrashot, sin crema y tres splendas, cuando me detuve en seco, levanté la vista y… volví en el tiempo.
Tengo 23 años. No es que haya podido disfrutar de Camino Real o algún otro centro comercial, crecí con el Jockey, crecí EN el Jockey. Crecí con el Jockey desde que había un Ace Home Center y la entrada a los cines estaba S/.15 soles. Crecí con el Jockey cuando Ripley tenía las bolsas de papel para todo y después solo en perfumería y después desaparecieron. Crecí con él y él creció conmigo. Ahora veo a Carolina Herrera, Ferragamo, Coach! Antes había que ir a Miami para encontrar esas cosas y traerlas junto a los shampoos y jabones de contrabando. Es increíble como el tiempo pasa y no nos damos cuenta. Es increíble como compartes tanto con un lugar y no te detienes a apreciarlo. De repente muchas cosas vinieron a mi cabeza.
Mi primera cita. Se llamaba Katty y teníamos 12 años. Fuimos al cine, creo que fue el relanzamiento de E.T. y tenía solo un billete de S/.50 para todos los gastos. Recuerdo los nervios y la vocecita en mi cabeza que decía “be cool, be cool”, el momento crítico en el que no sabes si tocarle la mano o no, el abrazo torpe y nada natural. Recuerdo que se me cayó la canchita y tuve que comprar una más chiquita porque mi presupuesto no daba para más. Ahora las salas de Cinemark vienen en XD, 3D y no sé qué más. Caminé por Happyland y me di cuenta con un poco de pena que se había encogido, cuando era pequeño la pista de carros chocones parecía gigante y sentías que corrías a 100 km/h, recolectabas tickets como loco para canjear esos muñecos con cara de sonsos que estaban en las paredes de la boletería y sobre todo, te divertías de verdad. Me quedé mirando a los niños jugando y vi la misma sonrisa que yo tenía mientras le tiraba pelotitas a la gorda esa que tiene la boca abierta mientras saboreaba todos los tickets que me iba a dar! Recuerdo que una vez trajeron una palestra y no pude llegar ni a la mitad. No sé si porque era gordito o porque me ponía demasiado nervioso. En verdad creo que nunca fui gordito.
Las tiendas y mi pasión por la ropa. Desde Converse hasta Adolfo Domínguez, mi estilo fue encontrándose y volviéndose a encontrar en los corredores del Jockey. Siempre buscando nuevos ingredientes, mezclando marcas urbanas con otras más sofisticadas. Las Vans que venden en la tienda Hurley y algunos tees de Kosiuko o esos accesorios que encuentras en Kenneth Cole, los toques precisos. Recuerdo cuando Big Head se mudó y luego se volvió a mudar. Recuerdo mi primer polo Lacoste, moría por usarlo con jeans negros y converse y las correas con aplicaciones que estaban de moda. Y junto con mi estilo, mi gusto musical y esa poco común pero alucinante costumbre de comprar cd’s. De Erreway a Kudai para de ahí reaccionar y volver al buen camino de The Strokes y Sublime. Cada vez que recibía propina, me instalaba en Phantom por un par de horas a escoger en qué gastar mis valiosos soles. Varias tardes con buenos discos.
El foodcourt y Santa en navidad, los fastfood que abrieron y cerraron y los que siguen por siempre. Dunkin’ Donuts y las cajas de 12 donuts que mi papá compraba cuando íbamos al sur cantando “Mi auto era una rana”. Creo que más de una vez corrí el 24 en la noche a buscar algún regalo de emergencia. Nunca me falló. Luego crecí y los cines y Happyland cambiaron por Friday’s y los Happy Hours y los conciertos en Hard Rock con cerveza. El sunset en la terraza de La Bomboniere y su capuccino y carrot cake, un MUST ese carrot cake. Y el mil hojas de fresa de Delicass? Tienen que probarlo. Las opciones para almorzar fueron aumentando y ahora hasta van a abrir Papacho’s! Aunque la Bodeguita siempre va a estar en mi top five. La verdad es que no sé en qué momento perdí la noción del tiempo y pasé a pensar que estaba en mi contra en vez de disfrutar con él. Supongo que es ese momento en los veintitantos y la crisis que los acompaña que hoy me hace reflexionar sobre el lugar que siempre fue -como en su primer slogan- mi punto de encuentro.
Sinceramente no hay lugar en el que me sienta más como en casa, en donde sé exactamente hacia donde caminar cuando algo se me viene a la cabeza. No hay lugar en el prefiera citar a alguien, o tener una cita en general; y espero que me siga sorprendiendo como cuando encontré las New Balance que vi en París y pensé que no iba a encontrar aquí. Amor a primera vista.
Solo quería compartir esto con ustedes.
Peace out.
Solo puedo decir que eres un genio… haces que realmente viva cada palabra que escribes.
Lindo post
Nico, me encantó tu post, siempre eres muy inspirado. Te felicito!!!
cuando vivía en Perú era pobre y nunca en mi corta vida allà pisé el Jockey jaja.
Pero transmitis una linda emoción, de esas que siento con los shoppings de Buenos Aires!
ohh!! me encanto
Ohh que post Nicolas.
Tengo muy buenos recuerdo del Jockey Plaza. Desde que abrio sus puertas, era una asidua concurrente ya que vivia muy cerca. Ahora resido en Miami más de 9 años, pero siempre que llego a Lima me doy una vuelta. Como a cambiado !!.
Yo sé que este es un blog de moda y la mayoría de cosas están enfocadas a eso y al consumo, a excepción de la sección ”La vida de Serendipity” que tiene un temas más humanos, genuinos, con más esencia de lo que es Vane. Cuando empecé a leer el post, pensé que Nico quería mostrarnos parte de su esencia, de lo q es, de lo q siente… pero al terminar de leerlo me pareció el post más vacío, que haya leído… si esa es la esencia de Nico, pues está vacía, es vana y posera. Esto no es más que una oda a las marcas, los nombres comerciales y a ser completamente posero ‘’atardecer desde La Bomboniere’’ por favor! Si lo único que se ve es concreto y smog.
Vane por el bien de tu blog que Nico solo se dedique a la moda (y eso).
Hola Diana!
Soy Nico. Qué lástima que mi post no haya sido de tu agrado, no sabes cuánto lo siento. En verdad puse mucho esfuerzo en él y en tratar de trasmitir un poco de todo lo que había vivido en ese lugar, un poco de mis experiencias con personas, con lugares, con marcas, con todo en general. Te respondo a nombre personal, y te respondo porque normalmente nos quedamos callados cuando alguien nos ataca o califica o simplemente tiene una crítica negativa, bajamos la cabeza y aceptamos pues es el precio de compartir tu vida en la web. Sin embargo, últimamente he sentido bastante hostilidad de parte de diferentes lectores o seguidores hacia los bloggers y el trabajo que vienen -o venimos- haciendo. Pero bueno, solo quería que entiendas un poquito cómo se siente estar del otro lado del ordenador y exponer tus pensamientos e incluso sentimientos, exponer parte de tu vida a los demás y cómo a veces un comentario puede llegar a tocarte y… doler. Discúlpame nuevamente por no ser de tu agrado, realmente no me considero una persona vacía ni… “posera”, y no fue mi intención proyectar tal imagen, espero mejorar con el tiempo. Si aún te interesa conocer un poco más sobre mí y tal vez darme una segunda oportunidad, te dejo un link sobre un post de París en el que, una vez más, vuelvo a exponer mis ideas. Espero que este te guste aunque sea un poquito más.
Muchas gracias por leerme. Significa bastante para mí.
Saludos,
N
Nicolás, gracias por tomarte el tiempo en responderme. Tal vez mi critica haya sido dura, pero esa fue la impresión que me dejó tu post, supongo que no a todos nos gusta lo mismo, xq he visto buenas críticas. Imagino que aun estas creciendo en este tema de ser blogger. He leído tus posts anteriores sobre moda, y la verdad que no están mal - ese ”(y eso’)’ del final en mi comentario estuvo de más-. Me daré el tiempo de leer tu post sobre Paris. Saludos
No podía pasar este post por alto. Y perdón si parece una carta extensa en lugar de un corto comentario, pero como casi nunca me doy el tiempo de escribir algo aquí hoy me permito la extensión. =) 1) Escribes muy bien, Nicolás. Tanto aquí como en otros posts, entrelazas de forma inteligente y fresca lo que eres tú (y tu interior) con lo que es escribir para revistas o blogs como este (a los dedicados a la cultura, moda y estilo) que es nombrar marcas, estilos, grupos, gustos y disgustos como quien no quiere la cosa. No creo que sea una oda (¿?) a marcas, ¿escribir de música y nombrar bandas que marcaron tu vida sería solo una apología a los sellos discográficos o estrellas de rock? ¿escribir de salud y nombrar los médicos que te vieron y curaron, dónde encontrarlos y lo que te tomaste para sanar es una alabanza a las clínicas y laboratorios farmacéuticos?. Entonces no podríamos leer a alguien contando sobre un viaje porque sería frío, seco y vacío ya que por obvias razones te va a nombrar lugares, tiendas, marcas, museos, pintores, y todo lo que esa persona haya conocido (o reconocido). Deberíamos empezar a leer con cierta amplitud de mente, sin ser subjetivos o darnos de perspicaces. O creyendo que quien escribe se quiere dar de ‘entendido’ o ‘vivido’. La persona que escribió pudo haber tenido una ventaja sobre el resto (naciendo en cuna de oro) como también pudo haber conocido lo “bueno de la vida” de adulto (y con su esfuerzo) y en ninguno de ambos casos el lector debería pensar que “de frivolidades estuvo hecho o con frivolidades se encontró”. No pretendo defender tu interior, porque no te conozco, pero habiendo leído cada post tuyo sé que sabes diferenciar entre la “pose” y la “esencia”, entre el “ser y parecer”, entre escribir lo ‘superficial’ que nos dio la vida y lo importante que nos va dejando (la forma como antes has hablado de tu mamá demuestra lo que bien valoras de la vida, por ejemplo). Quizás me tomé el tiempo de escribir lo anterior porque tocaste un punto de mis recuerdos. Y quizás porque me sentí un fantasma en tus recuerdos. O quizás porque entiendo cómo has de sentir cuando alguien que no te conoce, que quizás hoy te leyó superficialmente (por encima de las líneas sin detenerse a leer en cada una), te juzga de vacío. Es el riesgo que corremos los que escribimos. Si tuvimos la ventaja de poder acceder a las ‘marcas’ (o a los lugares donde las venden) no hace de nuestra existencia una vida superficial. Hay gente que vive de las marcas, de los viajes y se jacta de ello y sí, suenan ‘vanos’, pero si escribes para un medio de moda y estilo es obligatorio que lo conozcas y que lo cuentes si fue parte de tu vida y si hubieron nombres propios o títulos (de ropa, restaurantes, música, libros), nombrarlos es obligatorio a la hora de escribir.
2) Tengo cuatro años más que tú y ese lugar también fue mi punto de encuentro (aún lo es). Viví gran parte de mi adolescencia muy cerca (tan cerca que no necesité comprar entrada para ver a Ricky Martin en su primer concierto ahí mismo y volver a enamorarme de él, a pesar de tener 13 años) y siempre recuerdo cuando pintaron en el muro perimétrico, en plena construcción: “Muy pronto este será tu punto de encuentro”… vaya que lo fue, familia o amigos que usaban Lima como escala antes de regresar a sus vidas en el interior (o antes de irse al exterior) siempre nos citaban ahí. Aún hoy cuando estoy en Lima es mi punto de encuentro. Y en cierta época fue la mejor forma que mi familia tenía para hacerme olvidar lo enferma que estaba (eso y el club, pero el club era terapéutico por la piscina pero limitado por no poder trepar árboles o montar bici o correr sin riesgo). Papá nos llevaba a Happyland, él elegía cds en la rocola y escuchaba a los Beatles mientras mis hermanos, primos y yo nos gastábamos la mitad de su bono. Íbamos días y horas en las que no había casi nada de gente y nos sentíamos como en el salón de juegos de una mansión (como el de Ricky Ricón). Otra distracción eran los osos de Ripley, así como con las bolsas de papel, mi deleite era coleccionarlos, todos eran osos polares exactamente iguales a excepción de sus politos de diferentes colores que les llegaban arriba de las gordas panzas. Ahí descubrí Burger King (esa chatarra es mi delicia esté donde esté y haya comido en donde haya comido). Cuando recién abrió, el patio de comidas era todo, y como a los dos años, una de mis librerías favoritas (hoy no recuerdo el nombre pero era grandaza) hizo un cierra puertas de real liquidación (real porque cerraban y liquidaron todo). ¡Habían libros de un sol!, me pasé todo un día sumergida entre libros, ya un poco más grande Zeta Book tenía una especie de counter y era el único lugar donde encontraba las revistas de Rway (sí, muchos sucumbimos, jajaja). Qué épocas. Si sigo recordando mis “distracciones” hago mi propio post y no, no da hacerlo aquí, ja. Pero a riesgo de sonar vacía, vana y posera yo era feliz con ese tipo de distracciones, sin recordar que al día siguiente me tocaba terapia y preocupándome más bien en cómo persuadir a mis papás para que me dejen subir a los carros chocones a riesgo de romperme un hueso que, tanto ellos como yo, sabíamos nunca soldaría. Fui bendecida por tener ese tipo de distracción a la que no todos los niños enfermos pueden acceder, hoy sé lo bendecida que fui y contarlo no me hace ‘vacía’. Años más tarde la enfermedad desapareció de mi cuerpo casi como el JP creció y créeme, mi interior se llenó aún más y no es soberbio decirlo, ni pretencioso, sé lo que valgo como persona, una que a veces usa uno que otro Saks y otras se embarra las botas Converse en pueblos alejados, una que a veces escribe haciendo llorar y otras solo reír. Me alegra que hoy por hoy el país tenga la capacidad adquisitiva para recibir marcas tan básicas como tan deseadas, y la suerte de encontrar cosas que antes, si no te lo traía un tío o tía de afuera, nunca encontrabas. Aunque de todas formas aquí todo eso nunca será tan barato como los outlets del Tío Sam, y aunque digamos “me doy el gusto” y nos queramos hacer los que hoy podemos, ¿quién no hiperventila ante un cartel de Sales y una tienda llenita de cosas lindas? Todos. Por eso Miami o sus pares serán el deseado punto de encuentro del que puede (y del que trabaja para poder).
Quizás tú, yo, y muchos lectores habrán hecho del JP su punto de encuentro, quizás recordemos la dona y el soufflé, con nombre y apellido, pero eso no nos hace huecos, superficiales, poseros o vacíos.
Hay muchas veces que un corazón grande, lleno de amor, compasión, humildad y sencillez va de la mano de un cuerpo con estilo, gustos caros (o baratos pero lindos) y estómago exigente. Así como podemos comprar una dona de panadería y comerla en su bolsa de plástico en la montaña de la sierra piurana también podemos comprar unos ricos spaguetti a la bolognesa en el lugar de moda, y escribir sobre esto último no nos hace vanos. Quienes nacimos, y estudiamos, para escribir podremos mostrar nuestra alma hablando del aire o mostrar nuestro ingenio hablando de una marca. Claramente con lo primero seremos humanos para los lectores y con lo segundo seremos superficiales, aunque yo quiero creer que, con lo segundo, algunos puedan pensar que somos humanos que escribimos como profesión, para vivir y entretener. Tal cual los ingenieros, que hacen puentes en pueblos y gratis así como en una metrópoli para darse el gusto de hacer lo primero. Siguen siendo humanos, siguen teniendo un interior. Y hay algo que yo siempre me repito: muchas veces en una sola nota no se puede conocer el interior de un comunicador. Dennos el beneficio de la duda en su valiosa percepción.
Hola JB,
Solo quería decirte gracias.
You’ve got mail.
Un fuerte abrazo.
N
Que buen post aun mejor los comentarios, hay gente que en el camino perdió la tolerancia y el respeto por lo que piensan los demás. Yo te apoyo Nico no me pierdo ni uno de tus post y cada vez me gustan mas!
Me encantóoooo!!! Yo “vivía” ahí desde que se abrió y recuerdo todoooo lo que dices. Lamentablemente, después nos mudamos mucho más lejos, la situación de mis papás empeoró, se divorciaron, y era muy desconsiderado, por así decirlo, ir al jockey cuando ese dinero nos serviría más en casa con esa situación. Me has llevado de regreso a una infancia linda con mis dos papás. =,)