
Tengo una imagen mental. Un libro del colegio, uno de cuando estaba en primaria. Era un libro con muchos dibujos diferentes, uno que hablaba de cómo se había descubierto América, de Cristobal Colón y de Isabel la Católica. Uno que tenía una doble página que inspiraba un especial miedo en mí, y en la que se hablaba de lo que se creía existía al final del mundo, de ese mundo plano de la época de los reyes católicos. Un monstruo de tres cabezas! Uno que podía escupir fuego y vivía bajo el agua! Cuidaba el final del mar, se encargaba de que Cristóbal no llegue a donde tenía planeado llegar. Me daba escalofríos ese monstruo. Hoy entiendo porqué: el final del mundo es mágico, tan mágico y mítico como aquel dragón de tres cabezas.
Después de 23 horas de viaje y de haber perdido un día calendario, llegué al futuro. Tokio es una ciudad de ensueño. Como sacada de mi imaginación (no sé si tú te la habrás imaginado igual que yo). Las calles son chiquitas y angostas y parecen huir, escaparse de algo, como apuradas, desesperadas por perderse. El invierno es frío y melancólico, pensativo. Intenso. En Tokio amanece primero y oscurece mucho después. Los días son largos porque tienen mucho que contar, demasiado que enseñar, tanto por compartir y querer descubrir. Es una investigación mutua la que vivo en Tokio. Ella me investiga a mí mientras yo trato de descifrarla.
Vine hasta aquí porque tenía que llegar a Seúl, somos 5 de un grupo de 19 que se va a reunir en la capital de Corea del Sur para representar al Perú en las Olimpiadas de Harvard de Debate Modelo Naciones Unidas (WorldMUN 2015), somos la selección de Peruvian Universities! Recuerdas que te conté sobre eso?. Tenemos semana y media para perdernos y encontrarnos antes de la competencia, para recoger el hilo que dejas cuando te adentras en territorio desconocido y volver al principio. Pero la verdad es que nunca vuelves, el recorrido te cambia para siempre. Si algún día vienes a Tokio no lo dudes y quédate donde yo me quedé, Graphy Nezu se llama el lugar, un pequeño y acogedor hostal, completamente nuevo y con tanta personalidad como la misma ciudad. No olvides que los zapatos se quedan en la puerta así que ponte medias bonitas. Cuando llegues pide una cerveza, las cervezas japonesas son las mejores. Siéntate en la gran mesa de madera que está en el bar, ponte unos audífonos y escoge una canción. Graba ese momento en tu mente por siempre. El momento en el que estuviste al otro lado del mundo, mas lejos de casa de lo que nunca habías estado hasta ahora.
Despiértate temprano, vas a amar las mañanas! Alguna vez leíste eso de que los jardines japoneses son bonitos? Pues te mintieron; son perfectos. Los sakura son la cosa más bella que he visto en mi vida (hasta starbucks las celebra!), lástima que en el invierno no estén completamente florecidos pero las pequeñas flores que ves asomándose son nuevas, nuevas y frescas, como un nuevo empezar, como una nueva oportunidad, esa por la que a veces mueres. Míralas con cuidado, con detenimiento y quiérelas. El desayuno del hotel es riquísimo, sencillo, lo justo y necesario. Un café, un bowl de cereal, un omeletcito, un juguito de naranja o piña y un café más, porqué no?
Si sales del hotel y caminas tres cuadras encontrarás un super market con cosas loquísimas, de esas que sujetas un rato y miras el empaque por todos lados. Pero no te esfuerces, no vas a entender nada. La comida es rara pero créeme que es deliciosa, atrévete a probar, olvídate de tus limitaciones culturales y disfruta lo nuevo. Un consejo? Compra papel y sobrecitos japoneses, ellos son expertos con la papelería. Escribe a mano, escribe mientras desayunas y manda una carta. Es un arte olvidado. Camina todo lo que puedas, ese también es un arte olvidado.
Hay máquinas dispensadoras en medio de la calle y helado de camote. Los kit kat son verdes y un corte de carne del tamaño de un iPhone 5 están casi 20 dólares. Los makis no son tan ricos como los de Edo (qué comentario tan limeño, no?), pero los bowls de arroz son una delicia y vienen con dos langostinos del tamaño de un control remoto! (o si prefieres, con el puerco más rico del mundo). En el muelle se subastan peces por 150 mil dólares todas las mañanas (atunes para ser más precisos) y en el Tsujiki Fish Market preparan con unos palotes chinos enormes la mejor sopa que he probado hasta hoy (con el perdón de mi mamama, yo sé que ella entendería). En ese lugar el humo de los ollones se mezcla con la neblina de las mañanas y crea una onda de misticismo sacada de un episodio de Escalofríos. Para ir al muelle hay que despertarse a las 4:30 de la mañana y estar en camino a las 5, pero la experiencia vale totalmente la pena.
Hay un vecindario que se llama Daikanyama. Ahí los cafés parecen museos y las tiendas son increíbles, simplemente increíbles. Hay de todo! Las peluquerías o barber shops son como pequeñas obras de arte con sus paredes enchapadas en madera oscura y las sillas de cuero, esas que se reclinan. Acuérdate que en Tokio todo el mundo es súper amable y que el dinero nunca se entrega en la mano, es como cochino para ellos. Se deja en la bandejita para que ellos lo tomen. También ten en cuenta que no se dejan propinas! Si lo haces lo más probable es que el mozo salga corriendo atrás tuyo a decirte que olvidaste tu dinero. Ellos creen que un regalo es la mejor forma de mostrar tu agradecimiento. Hay un café en particular al que tienes que ir y pedir un capuccino, se llama Monkey Café y tiene una pequeña galería de arte en el tercer piso. Ah! Y si ya estás ahí, por favor por favor compra un brownie y de ahí me cuentas qué te pareció, si? Hay una tienda que particularmente amé, Bonjour Records, es como el Colette de Tokio. Venden libros, arte, tazas, mugs, discos, ropa, de todo! Te encantaría. Este Daikanyama es el distrito más hipster de la ciudad y el lugar en donde me encantaría vivir si viviera en Tokio. La gente tiene bicicletas lindas! Pero a donde me encantaría llevarte es a Omote-Sando, todos tus amigos están ahí: Dior, Valentino, D&G, Celine, todos todos y las tiendas son obras de arte!
Si caminas por Shibuya ten cuidado en los cruces. Shibuya es como el Times Square de Tokio, solo que cuando el semáforo cambia es como si te trasladaran a una escena de Los Juegos del Hambre! Una avalancha de gente caerá sobre ti y tendrás que hacer de todo para esquivarla, para salir vivo de la estampida. Pero no te preocupes, no te alejes mucho del grupo que cruza contigo y la coalición será igual de fuerte para ambos. Mantente firme y no te dejes intimidar por las mascarillas de médico! Tienes que ir al Skytree, es el edificio más alto de Tokio. En la punta hay un café desde el cual, si tienes la astucia y suerte necesaria puedes agarrar una meza en la ventana y sentarte a ver cómo la noche se apodera lentamente de la ciudad y las luces se encienden una por una. TE VA A ENCANTAR.
El distrito histórico se llama Asakusa y hay unos templos increíbles. La fe es súper importante para los japoneses, hay un pozo enorme en donde la gente se amontona a tocar una campana para después pasar a ver un altar que al parecer está hecho en oro puro. El olor a incienso es fortísimo, pero de alguna manera te da paz. Ah! comí un choclo delicioso a la salida del templo, es un must! también me tomé una foto con una jirafa que estaba por ahí, era chistosa pero no estoy seguro qué significaba. Pon tu moneda de donación y puedes sacar un papelito con una metáfora pero tienes que buscar a alguien que la traduzca, yo sigo sin saber qué dice la mía.
El Museo Nacional es increíble! Pude ver las armaduras de los samurai y unos kimonos que te dejan sin aliento. Pero para ser sincero, y fiel a mí mismo, mi favorito fue el de arte moderno, te cuenta tanto de la sociedad, de cómo se conformó y de todo por lo que pasó. Podría pasar horas ahí. Y antes que me olvide, tienes que ir al distrito de los Otakus, son demasiado interesantes, dicen que de ahí sacan las tendencias de moda mundiales, sé que te encantaría! El estilo japonés es de otro mundo, de otro tiempo, las líneas más atrevidas de cada marca llegan a esta ciudad. El metro es una mezcla de YSL, Prada, Givenchy, Goyard, Vivienne Westwood, Gucci y Louboutin. El gusto y el sentido del buen gusto es exquisito realmente y estoy casi seguro que se debe a esa libertad que tienen para vestirse como se les dé la gana. Qué vivan los Otakus!
Te tengo que dejar, prometo escribir más, todavía tengo tres ciudades por delante!
Peace out!
N
Impecable Vanesa la selección que haces a quienes colaboran en tu blog!
Tus letras, chico Harvard tienen contundencia y recordación sin forzar el asombro que transmiten las postales que ves.
Excelente experiencia!!! increible compartirla!!!
Excelente post, me encantaron las fotos!!!!!! vivi Tokio, a través de ellas, gracias por compartir!!!!
Muy interesante
Aquí entendí el por qué del uso de mascarilla: http://www.mientraslees.com/2012/04/por-que-los-japoneses-llevan.html.
Súper!
Extrañaba los posts de Nico!
Excelente descripción Niko, así dan ganas de viajar a Tokio
Nunca me llamó la atención conocer Japón pero hoy, luego de leer este post, me han dado tantitas ganas! Gracias!
Excelente post, excelente redacción….muy bueno, felicitaciones Nicolas