(todas las fotos son de mi Instagram, que pueden seguir acá)

Este fin de semana santo fue simplemente fenomenal. Nos guardamos íntegramente para la familia, para la familia de mamá, para la familia de papá y para nuestra familia de tres, que en secreto es nuestro lugar favorito. Que no es lo mismo que sea un lugar fácil o sencillo, de esos que te dejan ganar batallas para sentirte la mejor de las personas si no de esos que te ponen de cabeza retando cada una de las emociones que creíste tener, y que después de parecer una batalla campal, sientes, en la noche, al verte dormir, que no hay nada mejor que tu en este mundo, una pequeña sensación de victoria que mientras abrazo -te abrazo dormida- hace que al fin de cuentas, este sea nuestro lugar favorito.

Su personalidad empieza a ser cada mía más notable, es más ella, menos yo. Vas dejando de ser mi bebita aunque te lo repita 38 veces al día, para ser tu, que te emocionas cuando pasa el añon (avión), cuando viste el tien (el tren), que quiere lavarse siempre las manos con awa y jawón (jabón), que entra a la cocina quitando que quiere su jañón (jamón), que hoy dijiste Ay no, Y ayoya (Y ahora) cuando le metiste mano a la compu de papá y parecieron ventanas sumamente extrañas a la velocidad de la luz. Repites todo y vas siendo una personita independiente.

No te diste cuenta, pero, este fin de semana me soltaste la mano y tuve que verte ser, jugar, caminar y correr sabiendo que eras tu en tu máximo esplendor. En la piscina jugaste sola aunque me aterraba que te sumerjas o te resbales sin saber qué hacer. A lo que me respondiste sumergiéndote tu sola y saliendo tu sola de ahí, feliz, porque lo hiciste tu sola. Conmigo al lado pero sola. Corriste a los columpios y me pediste que te siente, para que sola te balancees, en el tobogán estuviste sola aunque yo te seguía a cada paso, pero tu energía y tu ojos quería abrazarlo todo, tu pelo quería bailar solo, tus piernas corrían solas y tu risa era un canto.

Me sentí tan feliz como aterrada. Y es que este camino de mamás tiene de ambas partes. Tiene de entusiasmo como de cansancio, de malas noches como de días llenos de energía, que para seguirte el ritmo no podemos dar nada menos. Tu no esperas nada menos. Desde que te enfermaste no has vuelto a dormir una sola noche de corrido. Me llamas una, dos tres veces cada vez. Me pides el biberón que nunca lo habías tomado antes y sólo te calmas si te abrazo al dormir. Tiene de culpas. Ser mamá te hace experimentar culpas como nunca antes. Nunca había durado tanto una racha de malas noches y eso del bibe a plena madrugada jamás había sido una constante. Y si te estoy haciendo daño. Y si lo estoy echando todo a la basura. Y si te dejo llorar por cinco minutos pero veo por el monitor que a estas alturas de tu corta vida, que cuenta con tan solo 17 meses, puedes ya trepar la piernita y dar un salto al vacío. Y me aterra. Y no se cómo get you back on track, volver a la rutina que nunca dejamos, pero tus noches trasnochadas pasan factura y la verdad es que nado cansada.

Pero estas siendo tu. Tu personalidad independiente y dependiente tiene matices que debo aprender a reconocer y a manejar. Tus días andan llenos de felicidad y verte tan llena de ti, tan llena de todo me da cierta paz porque se que estamos haciendo algo bien. Vamos pasando etapas a toda marcha, a toda prisa, mis ojos son los testigos de tu cuento, contigo como protagonista de la historia más bonita que me hayan contado jamás.