Desde que llegaste al mundo, empecé una lucha interna para no encasillarte en lo que el mundo bebé propone a su antojo, que es un antojo bien limitado porque rosa es para ellas, y celeste es para ellos. Traté, y digo traté porque en nuestra ciudad la oferta infantil no es la más variada y si la hay, es ridículamente cara, pero traté de que el rojo y el azul no falten nunca en tu clóset. Que el morado y el verde sean tus comodines y que las rayas y los lunares se conviertan en tu print favorito porque bueno, es de los míos y lo cierto es que lo prefiero a las muñecas bordadas, que también las tienes, no lo dudes.

El mundo girly por excelencia viene solo, por añadidura se podría decir, por default, no tienes que buscar los bobos y los lazos porque están ahí, donde mires y siempre formarán de una u otra forma, parte de tu vida. Gracias a Dios tus Huggies sí que son unisex como para no sentir la pegada del rosa de forma tan descarada, ahí la cosa funciona por igual para niños y para niñas, pero sí, tienes la cantidad suficiente de rosa, que te queda hija, no sabes lo lindo que te queda el rosa, como te queda el denim y tus nuevas botas con tachas.

Cuando juegas con tus primos hay camiones, carritos, pelotas, barro, embarraduras y mucha persecución como parte del juego. Amas los columpios y la resbaladera y el saltarín y todos los juegos del parque. En la casa jugamos a los números, a los animales, a leer, a colorear, bailamos, saltamos sin parar. Pero hay que decir algo en voz alta, algo que ultimamente me ha sorprendido y tomado desprevenida y que me encanta y me emociona también, que es tan tuyo y te hace tan tu, que sí, nos tienes con las babas largas al ver el nuevo espectáculo que cada día nos regalas y nosotros, felices, vemos en primera fila.

Y es que últimamente amas a tu bebé, a esa muñeca que siempre tuviste pero que jamás le diste bola, pues ahora es tu mejor amiga, y le das de comer, y le das su tete, y la bañas y le cambias el pañal (nos quedamos con uno RN que le queda casi pintado), no porque nadie te lo haya dicho, si no porque como me ves hacerlo a mi, te encanta hacerlo a ti también. Cuando ella duerme me dices shhhhh como cuando duerme papá, y cuando se “hace” gritas POOFFFFF y quieres que te ayude a limpiarla y traes tus wipes y cuando cocinas, porque hijita, ahora tienes tu juego de sartenes y ollas que te regaló la mamama porque morías por cocinar así que sí, cuando cocinas tus wewos -huevos- para ti, también le haces wewos a bebé.

Pero, probablemente la mejor parte de tus nuevos juegos es, sin duda alguna, la hora del té con papá. Te sientas en el suelo y con tu dedito le exiges que se siente a tu lado. Pones tu tetera al centro y le sirves la taza, le pones lete -leche- y tucar -azúcar- y revuelves la taza con tu wuchata -cuchara- y luego soplas la taza para no quemarte y es que ya sabes, el café de mamá siempre está bien caliente, lo miras, sostienes la taza en alta, le haces “salud compadre” y tomas tu té imaginario. Una y otra vez. El te habla, te cuenta que está delicioso, te pide que le sirvas más, lo acompañan con galletas imaginarias y sostienen conversaciones que a tus 20 meses de vida, ya no son unilaterales si no que respondes, conversas, preguntas y ríes, le cuentas lo que hiciste en tu día, con esa lengua a medias que tiene y que debo decir que la mayoría de veces, sólo yo logro entender. ¡Aunque todos los días le contamos a papá de tus palabras nuevas!.

Tu bebé, tu juego de té y tu juego de cocina son tus nuevos favoritos -junto con la escoba y la franela-. Además se te ha dado por dormir con tu meme -tu minnie- y de abrazarla y no soltarla, esa costumbre no tiene más de 10 días si es que queremos ser precisas. Eres deliciosamente femenina y a la vez, un terremoto terrible y alocado capaz de acomodarse a todas las situaciones, y eso me hace inmensamente feliz. Siento que mi misión en esta vida es mostrarte todas las opciones que la vida te da, para que luego puedas tomar tus propias decisiones, formar tu personalidad, tus gustos y así, ser tu. Te amo princesa.