
Finalmente y luego muuuuucho planear (que en verdad, cuando eres independiente así planees nunca todo sale como lo planeaste), pudimos tomarnos cinco días de vacaciones en familia. La última vez fueron cuatro días en Marzo cuando cumplí 36, y ahora, justo antes de caer rendida ante todos los quehaceres por fiestas, unos días más nos vinieron a pelo.
Volvimos a Urubamba, mi hermana, mi cuñado y mis sobrinos están acá así que no hay mejor lugar para que Valentina disfrute. Ella muere por sus primos, los adora, y están en una edad en la que ahora sí pueden jugar juntos (claro, se quitan cosas, se empujan y hay sus llantos de vez en cuando pero kids will be kids y ya está).
Lo que me encanta de visitar el valle, más allá de las vistas hermosas, los colores y el poder de desconexión que tiene, es verla correr, trepar cerro, escalar rocas, tocar animales, flores y rodearse de naturaleza a la vela, sin preocupaciones y estrés porque “no te caigas”, “cuidado”, etc….acá, ella es y nosotras la miramos.
Fueron unos días ricos ricos y full Urubambinos. Las primeras dos noches nos fuimos al Tambo del Inka, un hotel maravilloso y espectacular que cuenta con uno de los mejores Spa de America Latina, así que una noche la gorda se fue a dormir con sus primos para que José y yo cenemos y nos engriamos con unos tratamientos de agua que te mueres de lo rico.
Luego de eso, tocó hacer un cambio delicioso, tener más contacto con la naturaleza, ver más cielo, más montañas y dejar a Valentina correr (aún más) en Libertad, así que nos fuimos a Villa Urubamba. Es un Lodge precioso, mucho más familiar y de hecho más amigable con los niños, podías abrir la puerta y el contacto con todo lo lindo del Valle Sagrado estaba ahí, al alcance de la mano. Abajo les muestro algunas fotos y se los recomiendo sobre manera, si quieren desconectarse de la vida aunque sea por tres días, este es el lugar.
Abajo, Tambo del Inka.
Valentina y Nikki en Kaia, un restaurante de comida súper sana que es una maravilla porque cuenta con un espacio para que los chicos jueguen ahí, al pie de los papis, cosa que una puede comer tranquila mientras les echas un ojito.
En casa de mi hermana, piscina inflable y manguera en mano, ¿para qué más?
Felicidad pura, y ella estrenando trikini, ¿dime si no es para comérsela?
Estas son algunas fotos de Villa Urubamba, para que se enamoren como yo de cada paisaje, de cada rincón, que si no es el árbol es la flor y si no es la montaña, el nevado, el cielo o la luna. Los precios son súper amigos, el desayuno que incluye es buenaso y todo muy como en casa. Tu dilo, ahí está, full relax.
El último día, de vuelta a Cusco para tomar el avión, terminamos recorriendo pueblos porque yo quería buscar mis adornos navideños y un nacimiento lindo para mi casa, acá algunas de las cosas que encontré (y sí, este vestido es de SOL, acá lo pueden ver mejor)
Terminamos almorzando en Bodega 138, recomendado total y el postre, en El Hada, helados artesanales espectaculares, prueben el de piña, ¡es una locura!
Más más fotos en mi Instagram.
Fueron unos días lindos y tengo que agradecerle a mi hermana por ser tan buena anfitriona y madre postiza para mi Valentina, a mi cuñado y a mis sobrinos por compartir tanto con nosotros.
Vane que lindo tu viaje una envidia tremenda, algún día también podre darle esa libertad a mi pequeña, espero poder también yo salir adelante aunque haya adversidades en la vida. Besos y bendiciones para tu bella familia