Que en este post te haya dicho que esta es una combinación que yo nunca haría (nunca digas nunca, lo se, lo se, lo se) eso no quiere decir que probablemente este no sea un combo que a ti te fascine.

Con la juventud a flor de piel, una mini en A con zapatillas refleja primero que nada, que confías en el poder de tus piernas. No hay celulitis, ni flacidez, ni piernas muy cortas ni piernas muy largas que te acomplejen y brindo por eso eso con mi taza de café con leche matutita a tu salud.

Creo que además que este es un look sinónimo de que seguramente tienes muuuchas cosas que hacer en tu día y la comodidad es demasiado importante. Me inclino a pensar que esta primavera las universitarias le darán vuelta y media a la idea de un polo, mini y zapatillas para batallar en esos días eternos que empiezan con clases al alba y terminan más tarde de lo que uno quisiera. Y seguro terminan en una pista de baile, al menos, así era en mis tiempos, de clases a The Edge….hello 90’s!

Y la idea es genial (en ellas), los accesorios que muestran estas señoritas llevan un mismo look por dos caminos muy diferente, de un lado medio glamoroso (si es que puede haber glamour con zapatillas blancas) sellado por el infaltable black&gold, pasamos a un lado mucho más casual y sencillo, con una camisa cómoda y un bolso de esos creados para acompañarte todo el día.

En todo caso, lo que me pregunto al pensar en las jóvenes estudiantes es si son consientes de que por muy zapatillas que lleven, este look implica comportarse como una señorita educada en la escuela religiosa porque un mal movimiento y los calzones quedarían a la vista de todo aquel que circule a su lado en una y sin reparos. La que se anime a interpretarlo debe dominar el arte de sentarse y pararse con gracia y estilo, de subirse y bajarse del auto con las piernas bien juntitas y de caminar sin mucho jaleo porque un falso movimiento de caderas y tus intimidades quedarían expuestas.

La cosa nunca es tan fácil como se cree.