Hace un par de semanas, nos enrumbamos a Ica, al hotel Las Dunas, a pasar unos en días fuera, a modo de experimento ya que está en nuestros planes viajar y recorrer el país con los chicos mientras podamos, crearles recuerdos, llenarles el corazón de paisajes y que se les graben en la retina como hicieron nuestras familias con nosotros años atrás.

Para comenzar, volvimos a Las Dunas (la última vez que fuimos Sebastian estaba en mi panza!), porque es un lugar que conocemos desde hace muchos años, nos encanta y es simplemente perfecto para pasarla en familia y que todos nos divirtamos, bebés, chicos y grandes.

Hay muchísisisismas actividades durante el día para ellos, desde decoración de cupcakes y manualidades hasta tarde de películas (lo que es genial porque las películas ocurren en el castillo y es un ambiente súper seguro), está la piscina que los entretiene todo el día con shows y actividades por las que te “pagan” con unos billetes dunas que luego canjeas por helados! Además hay paseo a caballos, areneros, sunboard, spa para que mamá se desconecte un buen rato, y un montón de cosas más, en realidad, acá lo tiene todo.

Nuestra habitación tenía esta maravillosa vista al jardín, lo que fue perfecto porque luego de tres horas en auto, los chicos necesitaban correr, estirar las piernas y quemar un poco de energía (¡bastante mejor dicho!)

Nos acomodamos los cuatro en una sola habitación, el plan era que José y yo dormíamos en nuestra cama, mientras que Sebastian y Valentina en estas camitas lindas que nos armaron. Repito, ese era el plan De ahí una noche dormimos todos juntos en una cama, luego José en la cama de Valentina, y así fuimos rotando y rotando (nota mental: necesito una cama king size en calidad de sha mismo).

¿Qué increíble son las vistas de este lugar, no? Y tan icónicas, tal como yo misma las recuerdo de cuando era niña y me emociona muchísimo saber que mis hijos pueden gozarlas y vivirlas también.

Nosotros fuimos en una plan de 3 días, 2 noches con el sistema todo incluido. Eso quiere decir que los desayunos, almuerzos y cenas, así como todos los juegos en la piscina, el castillo, shows, etc…van dentro del paquete. Adicionalmente tu puedes contratar actividades que vayan acorde con la edad de tus hijos y lo que les guste más hacer

Si me siguieron por los Stories de Instagram (sígueme acá!), entonces sabrán esto. Yo estaba emocionadísima por el sunboard, es un recuerdo que tengo desde chiquita en mi “piti tabla” y la última vez no pude hacerlo porque estaba embarazada, así que esta vez le dije a José que Valentina y yo nos resbalaríamos juntas, sería “lo nuestro”. Chapamos las tablas y empezamos a trepar las dunas cuando en eso veo que José veía atrás mío con Sebastian en brazos, cosa que no era muy fácil por la altura de la duna y tampoco era parte del plan porque quería que él se quede abajo para sacarnos fotos.

Gracias a Dios que me mandó a mi esposo en ese momento, porque cuando llegamos a la punta de la duna yo solamente me quería morir, me entró un miedo, un…no sé ni qué nombre ponerle. Simplemente sentía que no podía hacerlo, mi corazón latía fuerte y sudaba frío pero no podía demostrarlo porque Valentina era la más feliz allá arriba! Mi hija estaba emocionadísima y yo en pánico -sin la más mínima razón porque es súper seguro, hay un instructor y todas las familias lo hacen-. Yo, que me sentía la reina de las montañas rusas y que me mando a todo, tuve que dejar pasar esto.

Le cambié de posición a José, él iría con Valentina y yo tenía que tragarme mis miedos y bajar la duna prácticamente gateando con Sebastian en brazos. Me arrastré hacia abajo con mi hijo en las piernas hasta sentirme “segura” - por Dios qué vergüenza!- encima estaba con shorts blancos porque olvidé mis shorts de jean en la casa, ya te imaginarás.

Esta es la vista desde arriba con mi gorda bella y Valiente.

Y esa soy yo a media duna bajando con Sebastian. Todos se los conté en vivo, jajajaja.

Luego de eso, me queda claro que algo ha cambiado en mi, no sé si porque ahora soy mamá o que los 40’s se me vienen con nuevos miedos, ya lo descifraré en el camino pero yo no me dejo vencer fácilmente y quiero hacer miles de cosas con mis hijos, pero esta vez Vale y José se resbalaron felices varias veces mientras Sebastian y yo esperábamos abajo.

Al terminar, me fui a un muy bien merecido momento de spa con Jacuzzi y un masaje de relación que para que te cuento, desde la punta de la cabeza, cada centímetro de espalda, la palma de las manos, las piernas, los pies, ¡tooooodo! Unas manos benditas me dejaron como nueva y creo que nunca antes me llegó un masaje en tan buen momento

Después de eso volví a la habitación, alistamos a los chicos y nos fuimos a cena y y ver el show que estuvo buenísimo y la comida súper rica (tienes desde suhi, pastas, carnes y hasta tex mex)

Al día siguiente, ya el último día, tomamos desayuno tempranito y nos fuimos a montar caballo, otra cosa que a Valentina le encanta hacer y aunque Sebastian no cabalgó vimos cuánto le encantan los animales y lo fascinado que estaba viéndolos, queriendo tocarlos y jugar con ellos.

En maravilloso y una verdadera suerte tener un sitio como este tan cerca de Lima. Les aconsejo muchísimo que vivan el momento, suban a sus hijos al auto o al bus y vayan a crear momentos únicos, recuerdos y vivencias que mirando atrás, te alimentan el corazón y se quedan grabados para toda la vida.

PD: algunas fotos son de mi Instagram, otras de la cuenta de José y otras con la cámara, por eso algunas diferencias.