
De alguna forma, darle nueva vida a los muebles de mi familia se ha vuelto un hobby/afición/obsesión/responsabilidad moral para mi.
Valentina duerme en el que fue el juego de dormitorio de mi mami cuando ella era niña (lo puedes ver acá), el mismo que yo también usé en su momento y como era un juego de dormitorio bastante grande y con muchas piezas, en este preciso momento estoy reparando la otra parte de él (en la que dormían mis tías) para que estén listos cuando la familia se expanda. Mis lámparas de la sala son las primeras lámparas de sala que tuvo mi mami, con su manita de gato, claro está.
He rediseñado un ropero viejo de mi marido (acá) y ya te conté que tengo en mi poder el juego de sala de mi abue, en lista de espera para darle vida nueva y un aparador viejo del que ya les hablé también.
Lo cierto es que con la venta de la casa de mi abue -que es tema para oooootro post- han salido otros muebles como su ropero del año del ñangué y una mecedora en la que todos y cada uno de los nietos fuimos mecidos hasta dormirnos mientras nos cantaban Señora Santana por qué llora el niño. Esa mecedora estaba en la lista de muebles por donar ya que no tienen lugar en la casa nueva así que como en una novela mexicana aparecí de un brinco y dije noooo, sobre mi cadáver, esa mecedora se queda conmigo (está hecha leña pero sé que puedo traerla de vuelta a la vida).
Creo que hay algo sumamente especial en mantener muebles (y ropa ….y joyas) en la familia, que pasen de generación en generación y que te cuenten una historia, creo que te ayuda a tener un concepto de identidad, de entender de dónde vienes. Así como salir a comprar muebles vintage y darles una nueva luz es también una experiencia fascinante.
En cualquiera de los casos, siempre he tratado de respetar la esencia del mueble, es decir, no he hecho (con excepción del ropero que tenía mi esposo en su habitación de soltero) grandes intervenciones en ellos si no que he tratado de mantenerme lo más fiel posible al diseño, colores y funciones básicas para las que estuvo diseñado.
Obvio, no he sido yo directamente quién ha ejecutado los cambios ni he descubierto la pólvora, no soy ninguna diestra ni pretendo serlo, pero siempre me he rodeado de expertos que tengan ese mismo feeling y amor al hecho de darle una segunda oportunidad a un mueble que no sólo se lo merece por su historia y valor sentimental, si no que hacerlo tiene también un valor ecológico importante. Por otro lado, esta reinterpretación del pasado está, como dice mi mami, de toda moda, es tendencia y hoy hay cursos y talleres que te enseñan a lograrlo, como el Cradle to Cradle: Recuperación de muebles y objetos que empieza ya ya ya este mes de Agosto en el instituto Toulouse Lautrec (más info, en este link)FYI: Cradle to Cradel: Remaking the Way We Make Things significa de De la cuna a la cuna. Rediseñando la forma en que hacemos las cosas y es un libro publicado en el 2002 por el arquitecto William McDonough y el químico Michael Braugart, que propone, a través del uso de técnicas y herramientas ecológicas, mantener con vida nuestros muebles y objetos respetando el diseño y concepción orginal de este.
¿No es maravilloso? Si quieres más información sobre estas clases (que duran a penas dos meses, sólo tienes que hacer click en el banner de al lado)
Por ahí dicen que la la gente con clase no compra muebles sino los hereda.
que lindaaa nota … nada mejor que heredar un mueble y mas por el cariño sentimental que puedan tener,,,Soy restauradora desde hace mas de 20 años, y me hace muy feliz ver como me encargan su mueble heredado por la abuelita mama tia etc…pero mas feliz saber que les doy vida a su JOYA y se van encantadas…Chicas cuando quieran estoy para servirlas…cariñossss…