Como les comenté hace muuuucho tiempo, el año pasado compramos a una familia que estaba liquidando todos sus muebles un aparador para el comedor con la firme promesa de cuidarlo mucho, muchísimo.

Con el tiempo, sentí que tenía que darle vida, color y alegría alegría a mi corazón, y a mis muebles, así que como parte de mis proyectos (se acuerdan de mi sala???), un buen día me senté con Gaby de La Herencia (una trome, demasiado recomendada mía y acá en este link pueden ver sus trabajos, super inspiradores) y decidimos que ya, que sí, que algo hay que hacer con él y hacerlo ya! El aparador necesitaba un extreme makeover y en ese proyecto nos metimos.

La idea fue lijar la madera de las puertas hasta obtener un tono más claro, y lo que arrojó fue un cerezo rojizo maravilloso. Para los contornos y por dentro también, pulido y pintura acrílica blanca (que ofrece un acabado más resistente que el pintado al duco) y para terminar, un cambio de tiradores.

Y este es el resultado, bajo el styling de mi amiga Rosalba (la que todo lo puede, todo lo sabe) que desenterró desde la profundidades del olvido un juego de té que tenía como regalo de bodas y que puso en vitrina con flores, libros y un adorno más. ¿No es bello?

Me encantó y me encanta como todo va tomando forma, como por fin me veo reflejada en mi casa y empiezo, de corazón, a disfrutar cada pequeña cosa que hago en ella, con ella y para ella. Un placer.