Los expertos hablan que esta es una colección diseñada para vestir a la juventud, como que esta nueva generación adicta a los hombres lobo, las lunas nueva, vampiros y vestidos cortos no podrían resistirse a los encantos de un Valentino Haute Couture. Yo creo que hay algo más atrás de todo eso. Creo que las casas de Alta Costura, como esta, necesitan ampliar su target porque si no, no sobrevivirán por mucho más. Creo que es la oferta adaptándose al mercado, y no al revés como cuando al hablar de moda solía ser.

Pier Paolo Piccioli y Maria Grazia Chiuri, Directores Creativos de la marca, toman a la dulce e inocente imagen de Lolita (aunque de inocente tenga sólo la imagen) como punto de partida, le amarran el pelo en un sólo moño alto, no le pintan la boca de rojo, la trepan a unos coquetos kitten heels y con una colección de aires muy sesenteros, buscan con una paleta de colores algo oscura -el blanco se vuelve en una bandera anti terror-, lazos, vuelos y minis, convertirse en el must have de la muchachada millonaria. Por que las hay.

Lo inocente se mezla con lo sexy, dejamos ver las piernas pero nos cubrimos los brazos y el escote. El balance justo. Las estructuras se vuelven complicadas, a diferencia de los infantiles y relajados vestidos que la señorita Lola solía usar, pero sin perder de vista la dulzura que proyectaba.

El rojo Valentino salpicado entre una salida y otra, dándole color en la dósis justa y en un modelo preciso: Ante un color llamativo, busque usted un vestido simple. El corte a la cadera nos traslada a la niñéz mientras que el vuelo semi tulipán se hace sumamente actual, otra vez.

Y es que de simple, no tiene nada. Por mucho que hayan tomado un joven objetivo, el hecho de ser alta costura complica, sabiamente, las cosas. Piezas bordadas a mano, detalles a la antigua -minuciosos, que dependen más de habilidades humanas que de una máquina china-, arquitectura ingeniosa y por qué no, bastante arriesgada. Y es que no tienen por qué darles las cosas masticadas. La que quiere alta moda debe estar a la altura.

Pero siempre hay algo para que nosotras comúnes mortales podamos poner en práctica. Siempre hay una lección por aprender. Y dejo acá el espíritu de “hablemos de moda” por el de “acomodemosla a nosotras”. Practicidad ante todo y con un frío endemoniado que no significa que nuestras obligaciones sociales se reduzcan si no a veces, pareciera ser todo lo contrario, la idea de cubrirnos con gasa o encaje el cuello y hombros -como la más elegante de tus cafarenas, me parece fantástica. Copy/Paste en el acto.

Y llegan los largos que no quieren ser taaaan largos, si no asimétricos, porque juventud es sinónimo de modernidad y modernidad es sinónimo de asimetría. Es atrevida. Es futurista. Es arriesgada.

Y el rojo vuelve a aparecer. Y parece una flor. Parece un Cartucho tintado de rouge por Valentino.

Y también hay largos absolutos. Mujeres fashionistas y divinas hasta el cansancio. Verdaderas trend setters to be. Y que este invierno, si quieren pisar alguna alfombra roja irán de niñas dulces y elegantes. Una versión actual de lo que tu mami hubiera querido que uses para esa fiesta en la que te compró un vestido hermoso cuando tenías 5 ó 6 años. Cero escote, algún lazo por ahí, gasa infaltable, detalles bordados y un poquito de cola. De todas maneras, las princesas llevamos vestidos con cola.

Con coquetos y femeninos zapatitos de pequeño tacón. Estos si que no me los quedo, soy fiel a mis tacones altos, cuando más alto, mejor.

Publicado por Serendipity a las 6:33 | 3 Dimes y Dirés »