París y yo (parte 2)

Escrito por: NicolasRK
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City of black and white - Mat Kearney

Perdón. En serio lo siento por demorarme tanto para terminar París. Ya en Lima, con un corte de pelo decente de The Ratpack (hombres, tienen que ir. Ahora se ha mudado al segundo piso de Cineplanet Alcázar), con el tráfico de todas las mañanas, el pollo a la brasa, el buen sushi, la inca kola y un closet pimpeado, me siento en la confianza de encerrarme en mi estudio, poner un poco de música, abrir una botella helada de vino blanco y regresar unos días en mi mente para terminar esta loco-aventura parisina.

Volvemos?

Porcelain - Moby

Ya les había contado sobre mi viaje personal, sobre mi búsqueda interna. Lo bueno de este viaje es que me ha dado una paz que buscaba y no encontraba. Cosas tan sencillas como la eterna tembladera de mi pie derecho, desaparecieron; mi amor por el vino creció y mi cuenta de banco se achicó, pero todo bien. Lo importante es que salí de París justo a tiempo y antes de que las boulangeries, el tartare, mi romance con el salmón y el buen vino barato cobren su cuota en kgs -lo cual hubiera sido un problema para mi trainer a tan pocos días del LIFWeek. Así es señores, de vuelta a la realidad, al gimnasio, a la no fumadera y a la dieta.

Pero vamos a lo divertido: las compras. Si hay algo que me quedó claro es que París es cara. Realmente cara. Pero increíblemente tentadora, y esta es la peor combinación. Uno de mis primeros descubrimientos -que después se convertiría en uno de mis lugares favoritos- es Colette (en la rue Saint-Honoré), una tienda de diseño en donde todo es arte. Desde el cable para cargar el iPhone hecho de colores, hasta papel higiénico de Karl Lagerfeld se mezclan en esta pequeña pero increíble tienda de diseño. Y eso es lo increíble del diseño, no? La capacidad que tiene para embellecer la vida. Justo por esos días conocí a un parisino-brasilero que se convertiría en un gran amigo mío. Resulta que Diego -así se llamaba- era el hijo de un artista bastante famoso en Brazil y vivía en una de las zonas más bonitas de París en este increíble departamento-estudio en dónde su papá tenía toda un área especial para desarrollar sus obras. Y caí en cuenta que el arte se trasmite. En todo este tiempo he aprendido a disfrutar las personalidades artísticas, me siento cómodo con ellos. Con esa locura propia, con ese desquicio único y genial. Los artistas son gente que han sido influenciadas de otra manera, que perciben la vida de otra forma, mediante colores, texturas, aromas, formas. Claramente crecer en una ciudad como París genera una sensibilidad al arte muy peculiar, muy diferente. Lo importante es rodear tu vida de belleza.

Y es en búsqueda de esa belleza que llegué a La Villa de los descuentos. Un pequeño mall a las afueras de París (40 minutos) en la estación Val D’Europe en dónde encuentras de todo, desde Coach hasta Givenchy, D&G, Versace, Burberry, Paul Smith, Calvin Klein, etc. Todos los ídolos en un mismo lugar y lo mejor de todo, con 60% de descuento. Ahora, no es que las cosas sean un regalo y que gastes lo mismo que en la Quinta, pero son precios bastante más accesibles y reales para un sencillo limeño como yo. Un par de regalos y el cuerito que quería de Paul Smith y estaba en el tren de regreso. Si están por París, no dejen de ir. Lo único que sí les aviso para que no se les destruyan las ilusiones al llegar es que no hay ni Hermés ni Louis Vuitton, así que el pañuelo de mi madre lo tuve que comprar full price y me quedé sin comer un día.

Every teardrop is a waterfall - Coldplay

Las noches en la ciudad de las luces tienen una onda bastante diferente a las de otras ciudades del mundo en las que he podido estar. Es inevitable caer en la corriente bohemia de la ciudad, inevitable pedir una copa de vino en vez de una cerveza o un vaso de whisky, inevitable sonreírle a ese extraño que te intenta hablar. El lugar escogido fue La Perle, un bar clásico pero siempre trendy, al que los lugareños describen como “fashion” y es que por más que es de los más sencillos que he visto, con una barra que debe tener no menos de 30 años, tiene un estilo único. Carine Roitfeld, Kate Moss, Lagerfeld, Tisci, you name it, they have it todos han pasado por las mesas de La Perle, siendo muchas veces el lugar escogido para after parties de desfiles, cocktails, etc. Esta vez, representando a la industria nacional, Carolina (una amiga que está estudiando gestión de moda allá) y su humilde servidor, tomaron su lugar en una de las mesitas de La Perle y no la dejaron hasta que yo no pude caminar más. Una noche bastante divertida, un bar que debería ser un must en la vida de todos los que alguna vez soñamos con trabajar en moda. Tengan cuidado con los mojitos.

El siguiente paso era una tienda Vintage. Grave error. Es una mera cuestión de gustos, don’t get me wrong, me parecen alucinantes pero no es mi onda. Hay demasiada ropa, demasiada, algunas prendas están bastante dañadas y la verdad es que no tengo la paciencia que el arte de comprar vintage requiere. Fui con toda la intención pero la perdí a los diez minutos de haber entrado a la tienda. Para ir a estos lugares, los mejores están camino a la zona que llaman Montmartre. Si alguna vez llegan allá arriba, a la iglesia Sacré-Cœur, cuando estén de bajada les recomiendo que paren en uno de los restaurantes que están en la primera plaza y pidan una tabla de quesos y una de jamones con pickles. Escojan un vino al azar, sin pensar, lean la carta, pongan cara de conocedores y usen su mejor acento flemoso para pronunciar el nombre del vino que más les atraiga. No se van a equivocar.

Lo que sí me entretuvo varias horas fue una tienda de discos usados, no los de vinilo, sino cd’s. Estuve horas de horas buscando mis grupos favoritos, todos se vendían entre 1 y 4 euros! Y lo mejor de todo es que también tenían películas y series. Eso es lo bonito de viajar, vivir la ciudad, experimentar, meterte en cuanto hueco puedas y buscar qué tiene para ofrecer.

The Bucket - Kings of Leon

Mis días en París tuvieron una seria pelea con mi dieta. Entendí por primera vez lo que la famosa frase “I’m having a relationship with my pizza” significaba. Aunque en verdad yo estaba teniendo una relación con el pan y le estaba sacando la vuelta con los escargots, el canard, los pastelitos, los croissant, Paul (una sanguchería alucinante), Bagelstein (el mejor lugar de bagels en el mundo), el salmón y el tagliatelle y con todo aquel bocadillo que se me cruzara en el camino. Pero créanme que valió la pena. Ahora estoy de vuelta a la quinua con arroz integral y pollo sancochado, pero solo recordar todos los platos que fueron víctimas de mi affair parisino, me mantienen tranquilo y feliz con la comida sin sabor.

He aprendido que lo importante es el equilibro. Está bien hacer dieta, pero no debemos dejar de probar cosas nuevas. Está bien trabajar, pero no debemos entregar nuestra vida al trabajo aunque -como en mi caso- este sea nuestra pasión. Está bien ahorrar, pero no vamos a estar aquí por siempre y todo lo material se queda, los momentos son nuestros. Y sobre todo, está bien la tecnología, pero los libros tienen un valor incomparable. Mis mejores compañeros de viaje fueron estos dos:

Pero sobre todo aprendí que la vida se toma como viene, paso a paso. La vida se disfruta y se aprende. La vida es cuestión de instinto. La vida es cuestión de pequeños bocados. Cuestión de ganas.

Y recordé que tengo muchas ganas de vivir.

Peace out.

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Comentarios

  1. Diana

    Nico, me encanta como escribes! todo fluye tan naturalmente, es como si nos llevaras a Paris contigo por 5min, realmente genial!.
    Seren, eres lo máximo! además me parece muy interesante que des espacio en tu blog para que otras personas lo enriquezcan mas.
    Que sigan los exitos! un abrazo.

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  2. Jose Carlos

    Felicitaciones! por un momento deje el estres del trabajo y me teletransporte a Paris, a sus noches magicas, la moda, la comida, las fotos, los bares…. bueno de vuelta a trabajar jeje.

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  3. Giannina

    Y yo recién tengo tiempo de sentarme a leer este post. Y lo he hecho con mucho gusto. Nico, tienes talento para escribir y he disfrutado cada párrafo lenta y deliciosamente.

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