Los que me conocen saben que amo cocinar. Cocino desde que tengo memoria, desde que podía escabullirme entre las piernas de mi mamá o de mi hermana en la cocina de la casa. Amo comer, y gracias a ese amor por la comida, mi aprendizaje culinario siempre me ha recompensado con pruebas y pruebas de distintas recetas. Y es que para mi, cocinar es un arte mágico que une a una familia, a los amigos, a la pareja alrededor de una mesa, en la que se comparte más que un plato o un postre. Se comparten sonrisas, se comparte cariño, y se comparte sobre todo tiempo, algo tan difícil de compartir hoy en día.

Así que decidí compartir con ustedes a través del blog de Vane algunas recetas, algunos trucos, tips y abrir un espacio donde podamos compartir lo que nos gusta, el amor por la cocina y el amor por alimentar a los nuestros. Así, inicio mi segunda colaboración en el blog de Vane, desde Drinkspiration - que sale todos los viernes, aquí el link al último - , los posts de coctelería amateur, con “La mesa está servida”, una serie de posts que saldrán todos los días lunes para darles ideas y empezar la semana con algo entretenido. Quise hacerlo hace semanas pero mi salud no lo ha permitido.

Hoy, por ser el primer “La mesa está servida”, quise empezar con uno de los ingredientes y alimentos más básicos de nuestra mesa: El huevo (o como le dice Valentina, ei vuevito”). Pero claro, todos sabemos preparar un huevo duro, o echar un par de huevos a una sartén y freírlos. Sin embargo quiero empezar por lo básico, y darles algunos tips para que esos huevos queden un poco mejor, así como darles algunas ideas. Empezamos:

- Huevo pasado: El huevo pasado se caracteriza por ser un huevo cocido en agua caliente, que al ser pelado nos ofrece una clara cocida, y una yema cremosa y líquida, más no aguada. Es uno de mis favoritos, precisamente por esa yema suntuosa a la que podemos meterle un pedacito de pan tostado, o lo que en inglés llaman “soldier” o soldado de pan.

Ahora, ¿cuál es el truco aquí? No les ha pasado que meten el huevo al agua, y no saben exactamente cuándo sacarlo para que tenga la consistencia perfecta? A veces sale muy crudo, a veces duro. ¿En qué momento meterlo al agua?

Les cuento cómo lo preparo yo: siguiendo las reglas de la maestra Martha Stewart. En primer lugar necesitaremos una olla llena de agua hasta un nivel en el que cubra los huevos que vayas a meter con al menos un dedo más por encima, la cual pondremos a hervir destapada. Antes de colocar nuestros huevos, conviene siempre darles una lavadita extra. Al ver el agua hirviendo, necesitaremos dos cosas. Ya sea una espumadera o una cucharra para pasta, y un cronómetro a la mano. Para conseguir un huevo pasado, colocaremos el huevo en la cuchara y lo sumergiremos en el agua hirviendo suavemente. Acto seguido, procedemos a apagar el fuego totalmente, y a tapar la olla. Con el cronómetro contaremos 4 minutos exactos.

Tras pasar los 4 minutos abrirás la olla, retirarás el huevito y lo sumergirás en un bowl con agua fría, o lo pasarás bajo agua fría en el grifo por unos segundos. Luego de eso, puedes proceder a disfrutarlo con un poco de sal y pimienta. Nosotros lo comemos en portahuevos que sirven perfecto para este propósito.

Un Tip: Una cosa es tostar pan, y otra cosa es prepara tostadas para este propósito. Con un pan baguette puedes preparalas fácilmente. Corta rodajas de un centímetro de grosor, échales un chorrito de aceite de oliva, sal (en este caso usé una sal de maras y tocino que luego les enseñaré a preparar), pimienta y orégano, y al horno por 10 minutos.

Son lo máximo para bañarles en esa cremosa yema, incluso para untarlas de mantequilla cuando están calientes y comerlas así nomás. Valentina las ama y se las come así, despeinada y en pijama, especialmente los domingos mientras intentamos poner la mesa para desayunar.

- Huevo Duro: El huevo duro es quizás lo más sencillo de preparar. Nuevamente, colocar un huevo en una olla con agua y hacerlo hervir hasta que esté hecho una piedra, no tiene mayor ciencia. Pero si quieres preparar un huevo duro que tenga una consistencia que no se asemeje a un jebe y que tenga una yema cocida pero no re-cocida, sigue los siguientes pasos.

Al igual que con el huevito pasado, usaremos una olla con agua una altura que tape un huevo con por lo menos un dedo de agua. Llevaremos el agua al punto de ebullición y una vez que estemos ahí, introduciremos el huevo suavemente con ayuda de una cuchara para pasta, una espumadera u otro implemento que nos permita tener al huevo controlado en el agua saltarina. Esto es importante porque no queremos que el huevo salte dentro del agua de modo que su cáscara se rompa y la clara se filtre dejando entrar agua dentro del huevo malogrando todo intento de cocerlo bien.

Una vez que introduzcamos al huevo en la olla con agua hirviendo, apagaremos el fuego, taparemos la olla y pondremos nuestro cronómetro para contar exactamente 13 minutos. Pasados los 13 minutos retiraremos del agua caliente al huevo y lo colocaremos rápidamente en un bowl con agua fría, o bajo el chorro de agua del grifo. Para pelarlo, simplemente démosle unos toques con una cuchara o contra una superficie dura a la base del huevo, separemos la membrana del huevo de la clara cocida con cuidado y pelar el resto será muy sencillo.

Se darán cuenta al partirlo por la mitad que su cocción es perfecta, y que la yema si bien se encuentra cocida, mantiene cierta cremosidad. Con un poco de sal y pimienta queda perfecto para comérselo así nomás, o para usarlo en ensaladas, sandwiches, o cualquier otra cosa que se les antoje.

- Huevo a la Inglesa: Poner aceite en una sartén, calentarla y echar un huevo en ella no tiene mayor arte y todos podemos hacerlo. Pero lograr que un huevo tenga una clara perfectamente cocida y una yema cremosa, sin partes chamuscadas, y de una forma linda, no es tan sencillo.

Aquí mis tips para lograrlo. En primer lugar necesitarás una sartén de teflón pequeña con un poquito de aceite vegetal. No necesitas más de una cucharita de aceite. Puedes aplicar esta técnica en una sartén más grande, pero para efectos de forma, es más sencillo hacerlo con una pequeña que además distribuye el calor mejor para este caso. En esta ocasión colocaremos el aceite en la sartén fuera del fuego. Es decir, con la sartén totalmente fría. Distribuiremos el aceite alrededor de toda la base de la sartén tratando de cubrirla completamente, y una vez que lo hayamos logrado, colocaremos en este caso dos huevitos. Recuerda, hacemos esto en la sartén completamente fría fuera del fuego.

No le colocaremos ni sal ni pimienta al huevo hasta el final de nuestra preparación. A continuación colocaremos la sartén sobre la hornilla más pequeña de nuestra cocina, la cual encenderemos con el fuego al nivel más bajo posible. Pronto veremos cómo el calor se distribuirá de forma homogénea a lo largo de la sartén, cociendo los huevos lentamente pero de forma uniforme.

No hará falta que muevas el huevo, que lo sacudas o lo despegues. Cuando notes que la clara está totalmente cocida, apaga el fuego, retira la sartén de la cocina y con ayuda de una espátula, despega (en caso estén ligeramente pegados) los bordes del huevo. Verás que podrás deslizar la espátula debajo de huevo con extrema facilidad. Recién en este momento le echaremos sal y pimienta a nuestros huevitos a la inglesa. Listo!

No esperes a tener bordes chamuscados, concéntrate en que la clara del centro del huevo esté cocida. Una vez que logres este punto, tus huevos estarán listos. Provecho!

Con esto hemos cubierto tres formas clásicas de preparar el huevo: Pasado, duro y frito. Ahora quiero darles dos ideas sobre cómo utilizar el huevo, que aunque no son tan casuales y del día a día, nos pueden servir para llevarlo a otro nivel cuando tengamos ganas de hacerlo, quizás un domingo familiar sea el mejor momento.

- Frittata: Si buscan en internet encontrarán mil y un formas de prepararlas. Y es que la verdad, no existe una forma correcta o una receta única de prepararlas, y quizás en eso radique su belleza.

¿Les pasa que tienen algunas verduras, o incluso carne que quedó sobrando en la semana? Pues una frittata es una genial forma de incorporarla a un desayuno sin que nadie se queje.

La frittata típicamente se termina en el horno y es más una suerte de quiche sin masa que un omelette. Sin embargo, en este caso particular yo la preparé directamente en la sartén, para mostrarles que no hace falta hornear (mucha gente le tiene cierto temor o respeto al horno) y que es sencillo preparalas.

Para la mía, usé champignones y espárragos y en lugar de aceite, una manteca especial extraída del tocino ahumado de cerdo. Siempre que tengo tocino en casa lo preparo de forma que pueda reservar la grasa sin quemarla y la pueda usar para cocinar. Es un ingrediente que le aporta muchísimo sabor a las preparaciones.

Piqué los champignones en láminas delgadas, así como el espárrago verde, ya que utilizaría estos ingredientes crudos y los mismos se cocinarían con el huevo en la sartén. Una vez que tuve eso listo, derretí rápidamente una cucharadita de manteca de tocino en la sartén y sacándola del fuego, añadí dos huevos frescos.

A continuación coloqué suavemente el resto de mis ingredientes, en este caso mis champis y mis espárragos verdes. Una vez colocados, rompí suavamente con ayuda de un cuchillo las yemas de los huevos, moviendo suavemente las mismas para que se mezclen suavemente con todo, sin llegar a batir, pues no quiero una tortilla ni huevos revueltos.

Recuerda que todo esto lo hice con la sartén fuera del fuego y sin incorporar ni sal ni pimienta a mi preparación, ya que la sal deshidrata y hace que los ingredientes suelten agua, algo que no queremos.

Colocamos la sartén en la hornilla más pequeña y con el fuego en el nivel mínimo para asegurarnos que la cocción sea uniforme, lo más parecido a un horno, y dejamos que la cocción tome curso.

Una vez veas que el centro de tu frittata se encuentra cocido, procede salpimentarla.

Hecho esto, muévela ligeramente y de lado a lado para despegarla de cualquier porción de la sartén, apaga el fuego y procede a colocarla en un plato, tabla, o donde desees presentarla. Provecho! Nos demoramos 10 minutos en prepara esta versión rápida, y en otra oportunidad les mostraré algunas ideas de Frittatas propiamente dichas, pues ameritan un post exclusivo.

- Huevos Revueltos: Yo sé, yo sé. Quizás sean una de las formas más difundidas de consumo de huevo. Sin embargo, ¿estás seguro que has probado los mejores huevos revueltos? Hace mucho tiempo me enfrasqué en una discusión - historia de la vida real - sobre cuál es la mejor forma de preparar huevos revueltos. Y buscando una respuesta, me encontré con una receta de Gordon Ramsay que me encanta y hoy comparto con ustedes. Ojo, antes de empezar déjenme decirles que se trata de una receta que no se convertirá en su día a día, por el contenido graso, y porque requiere bastante trabajo. Pero vaya que vale la pena hacer el esfuerzo y cometer el pecadillo un domingo. Empezamos.

Necesitarás crema de leche (en mi caso, usé crema ligera), mantequilla, tres huevos frescos, sal, pimienta, y chives (que es como la cebollita china o cebollín pero más delgadito, en caso no encuentres úsalos con confianza).

Además, necesitarás una olla pequeña (Sorpresa! No usaremos una sartén ni aceite!). Del mismo modo, usaremos una espátula, de preferencia de silicona.

Colocaremos los tres huevos en la olla (fuera del fuego), junto con unos tres dados de mantequilla al tiempo, y tendremos nuestros chives picados reservados a un lado.

A continuación procederemos a mover nuestros huevos con mantequilla en la olla sobre una hornilla media a fuego alto. Moveremos y moveremos constantemente sin dejar de hacerlo.

Pronto verán que la mantequilla se irá derritiendo, y la mezcla de huevos adquirirá una consistencia cremosa. En este momento empezaremos a mover la mezcla con nuestra espátula con la sartén sobre el fuego, y luego fuera de él. Sacaremos la olla del fuego y seguiremos moviendo para evitar una recocción y que el huevo se pegue a la olla. Cuando veamos que el calor disminuye, volveremos al fuego, así repetidas veces hasta que nuestros huevos empiecen a adquirir una consistencia más sólida, sin llegar a secarse. En ese momento, y no antes, añadiremos la sal y la pimienta. No antes por la razón expuesta anteriormente, no queremos que el huevo suelte agua y malogre nuestra preparación. Recuerda que la mantequilla que usamos tiene sal, así que ten cuidado con pasarte.

Cuando tengamos la consistencia que ves en la fotografía, retiraremos del fuego nuestra olla y añadiremos un chorrito pequeño de crema de leche o crema ligera. Seguiremos moviendo en todo momento, incorporando la lecha e nuestros huevos, haciendo que el frío de la crema termine la cocción de los mismos. Nuestros huevitos estarán cocidos pero con una consistencia súper cremosa.

Cuando lleguemos a este punto, añadiremos nuestros chives picados, reservando un poquito para decorar.

Finalmente y tras incorporar todo, sirvan los huevitos sobre algunas de las tostadas que preparamos antes y disfruten de un huevo revuelto como no lo han comido antes. Realmente vale la pena, la textura es cremosa y el sabor es espectacular, una recompensa total que vale la pena el trabajo que toma prepararlos.

Disculparán la extensión de este primer “La mesa está servida”. Me entusiasmé un poco trabajando con huevitos, el próximo lunes les prometo una receta puntual, buenaza, y fácil de preparar con ingredientes que todos podemos encontrar en un supermercado normal o en el mercado del barrio. Si tienen alguna duda, consulta o quisieran que prepare una receta en especial, háganmelo saber en los comentarios.

Mientras tanto, los dejo con los huevitos. Demás está decir que nosotros disfrutamos de un desayunazo luego de preparar este post! Buen provecho!