2 de Septiembre del 2013
Baby bye bye bye
Se acerca el fin de una era, en realidad, no se acerca, ya llegó, ya está acá y estoy tratando de despedirme de alguna forma, y no encuentro las palabras, no encuentro la actitud, lo cierto es que no tengo el valor.
Me siento tan indefensa como la primera vez que pusieron a Valentina en mis brazos. No sé quien estaba más asustada, si ella o yo. Ella era una gatita chiquititita y necesitada de todo lo que yo pueda darle. Yo, por mi lado, no sabía cómo darle nada, ni si quiera sabía si podía darle algo de lo que ella necesitaba, estaba en trompo, literalmente. ¿Cómo hacer ella una bebé feliz? Lo que es peor, no sabía si iba a poder alimentarla, si estas tetotas que Dios me ha dado iban a servir de alimento para mi bebé o se iban a quedar de adorno. No tenía ni idea de lo que me esperaba.
Con todo el temor del mundo, poco a poco fui aprendiendo y lo cierto es que la lactancia se me dio de forma tan natural, tan sana, tan increíblemente placentera para ella como para mi que si inicialmente dije, le doy hasta los seis meses, pasé al mes siete, al mes ocho, al mes nueve y ahora que nos acercamos al primer año sigo aquí, al pie del cañón, dispuesta a entregártela cada vez que quieras, cada vez que me necesites.
La lactancia implica un sacrificio, por su puesto. Es un trabajo de tiempo completo que requiere paciencia, voluntad y amor infinito. Con las mismas, no es para todas las mujeres y no creo que dar o no de lactar haga a una menos madre. Es decisión de cada una cómo le entrega a su criatura lo mejor de sí, a su manera cada quien lo hace, a su manera cada una es tan madre como pueda serlo. El amor por nuestros hijos es simplemente incalculable e interminable y nosotras vamos construyendo sobre la marcha nuestro propio sendero, escribimos nuestro propio libro porque valgan verdades, no hay manual para descifrar miradas, lágrimas ni sonrisas. Nuestra historia es única como nuestros hijos son únicos y como nosotras somos únicas. No hay dos cuentos iguales.
Mi lactancia ha sido casi casi una bendición con algún tropiezo llamado dientes en el camino que superamos inmediatamente. Con alguna mastitis que no pudo con nosotras y que derrotamos felices y chochas de la vida. Tu conmigo y yo contigo princesa.
Transformamos el qué dirán que para algunos representa un acto heroico como para otros un inexplicable exceso. Darme a ti me hace tan feliz que ya parece un capricho mío y bromeo con que te quitaré la teta el día de tu quinceañero porque qué chambelán pasea a una doncella en esas condiciones?.
Y mientras que algunos al saber que sigo me felicitan, otros me dicen y hasta cuándo ah??? Yo he respetado a mi cuerpo, me entregué a vivir y disfrutar de mi embarazo, y de todo lo que vino después, la cuido como se, como puedo, respetando sus tiempos y sus necesidades. Tus necesidades, estas son las que me llevan a esta procesión que llevo dentro y que me pesa en el alma y que me rompe el corazón. Ando de luto mi vida preciosa porque veo como poco a poco, el tete se hace más deseable que mi pecho, ya no me necesitas como antes, veo como te vas alejando de mi, convirtiéndote en una niña independiente, feliz y encantada con su vida que quiere recorrer el mundo de gateo, que saluda con la mano a cuanto extraño se le pare al frente, que dice que no con su dedito levantado, que pide agua a gritos y enciendes la luz como una trome. Veo tus logros, tus avances y me lleno de emoción y luego de tristeza porque eso quiere decir que se acerca el final de una era.
Esto es lo más egoista que he escrito.
No eres tu, soy yo.
Como cuando terminas con tu primer amor. Ves que él está listo para continuar con su vida, que sí, te quiere, seguro que sí pero ya no te necesita como antes. Ha cambiado. La relación va muriendo, va terminando y con ella tu corazón se va haciendo trizas. Así te veo. Y no te quiero dejar ir pero hija, ya van dos veces que me rechazas y el rechazo duele como no te imaginas y a la vez, me da tranquilidad porque se que estarás bien. Me estas diciendo que estás lista para seguir y buscar nuevos rumbos que en términos prácticos, son tu taza y tu biberón
Vas a estar bien, claro que vas a estar bien!
No eres tu, soy yo.
Cómo te calmaré ahora si lloras una madrugada? Cómo te voy a tranquilizar cuando esos dientes tuyos de piraña acechen otra vez y el dolor vuelva a ti? Cómo te voy a dormir? Cómo voy a ser una buena madre para ti. Otra vez, como la primera vez. Soy egoista y lo sé.
Y tengo un nudo en la garganta y un par de lagrimas más porque se que te tengo que dejar ir. Y no quiero.
Y tengo miedo.