Recuerdo cuando tenía 8 o 9 años y veía esa multitud en los conciertos aplastándose unos a otros por sus ídolos. Recuerdo a la gente fuera de hoteles llorando o haciendo colas por días para ver a alguien presentarse o cantar. Recuerdo la desesperación de algunos amigos cuando uno a uno sus artistas favoritos iban llegando a Lima, cuánto pagaban por ir a los conciertos e incluso, por los meet&greet. Recuerdo haber caminado los salones de la secundaria sin saber muy bien qué quería, ver a mis amigos entusiasmados con sus diferentes carreras y universidades a las que postularían y yo simplemente me sentía en blanco. Recuerdo caminar por los pasillos de la universidad, la universidad que me había convencido a mi mismo que era mi sueño, la carrera que me había repetido a mí mismo tantas veces que era mi pasión; y sentirme vacío. Recuerdo ver a mis compañeros leer Arkinkas mientras yo leía Vogue. Recuerdo ver una y otra vez The Devil Wears Prada y sentir una fascinación que nunca antes había sentido. Recuerdo caminar con una Vogue bajo el brazo entre mis libros y una GQ en mis cuadernos. Recuerdo dejar mi maqueta de lado para ver videos de pasarelas en Youtube, y recuerdo haber leído tu biografía, Anna, y sentir por primera vez, que pertenecía a algún lado.

Ahora miro mis manos y están temblando. La emoción que siento y esa sensación cálida y húmeda en los ojos, esa energía contenida y compresa que te hace querer gritar y explotar, todo esto mientras miro la foto en mi celular. No sé cómo pasó, no sé cómo aceptaste y cómo seguridad no me sacó arrastrado, pero fue un momento que voy a tener por siempre conmigo. Y nadie me lo puede quitar.

11:20 am, Pier 94 - Manhattan, NYC. Tommy Hilfiger’s Spring Women’s Collection. Cada edición del MBFW Vane me manda un correo con las fotos de todas las bloggers y personalidades que quiere que siga. Por lo general no me acuerdo de ninguna y corro hacia donde hay un montón de fotógrafos acorralando a alguien, tomo la foto y la envío para saber a quién capturé esta vez. Acababa de ver a Miroslava -mi objetivo No1- y regresaba feliz con mi conquista en el celular. Revisaba mis fotos una y otra vez para ver cuál era la mejor y así subirla a instagram. Algo llamó mi atención desde el frente de la tribuna donde me ubicaba. Un corte estilo peluca rubio y tan característico como él solo, estaba sentado en el front row de la tribuna en la orilla opuesta de la pasarela. Alguna vez he visto a Anna dentro de un desfile pero por lo general entra un par de minutos antes de que empiece y se va antes de que las luces se enciendan de nuevo. Esta peluca estaba sentada ahí, como haciendo hora, sin mayor apuro. No estaba seguro de que era ella. Me acerqué despacio como un mono curioso se acerca a una banana. Me detuve a observarla de cerca, estaba idiotizado, tenía a Anna Wintour en frente mío! Obviamente mientras yo observaba como baboso Anna volteó a ver quién era el tarado que la miraba así. Saqué el teléfono y empecé a tomarle fotos pausando para mirarla bien entre foto y foto. En un momento me miró directo a los ojos y sonrió como si algo en mí le hubiera parecido cómico. Me puse tan nervioso que volteé para irme feliz con mis fotos que había logrado tomar pero algo dentro mío me detuvo y pensé “hazlo”. Me di media vuelta y me acerqué:

N: Excuse me.
(Anna volteo a verme)
N: Do you mind if I take a picture with you?
Se quedó mirándome por un par de segundos que se sintieron como una eternidad. Dijo algo que no llegué a entender -genial Nicolás, justo ahora se te ocurre ponerte idiota con el inglés- y volteó la cabeza hacia el otro lado.
N: Excuse me?
A: Sure

Fue una reacción automática, saqué el celular, voltee la cámara (gracias a Dios por los iPhones!) y extendí el brazo. Anna miró hacia la cámara y se acercó. Tomé una sola foto y le agradecí con la sonrisa que un niño de 5 años tiene en Navidad cuando recibe ese regalo que ha estado esperando todo el año. No sé qué le hizo decir sí, solo sé que lo hizo y que no dejé de temblar hasta después del desfile, y no exagero. Mi comportamiento de cavernícola descubriendo el fuego le debe haber parecido chistoso, o lo que sea que haya sido, ahora tenía la foto de mi vida. En el camino de regreso a mi asiento sentí un volcán de emociones dentro mío, no sabía cómo agradecerle por haberme permitido tomar la foto, sobre todo con la reputación de mala vibra que tiene. Hoy entendí lo que se siente cuando vez a tu ídolo de cerca o cuando vas a ese concierto que has esperado toda tu vida o cuando estás adelante de la multitud y te da la mano. Hoy me sentí como un adolescente con su banda favorita, hoy me sentí como un niño en Navidad, hoy me sentí especial. Sé que no vas a leer esto pero gracias, hoy me hiciste muy feliz, ese faro que siempre fue Vogue para mí está materializado en una foto contigo. Gracias por eso.

No puedo dejar de sonreír cada vez que miro la foto