Ani Alvarez Calderón toma la colibrí como inspiración para este Verano 2014. Una colección que por momentos -muchos en realidad- se sentía Alta Costura y no tan Prêt-à-porter, con muchísimo trabajo manual que se lucía regiamente en la pedrería que daba forma a las aves, y qué decir del manejo de plumas, y otros brillos que bailaban por ahí.

A diferencia de otros años, esta colección fue sumamente consistente y clara, con un hilo conductor más que evidente y sumamente encantador. La paleta de colroes que se fe por lo calmado, entre blanco, beiges y celeste con algunas dosis un poco más agresivas en negro que le daban el balance justo. Definitivamente, una de las cosas que más llamó la atención fue una tela sintética con la que Ani innovó, una tela sumamente atractiva y con la que logró verdaderas bellezas en vestidos de noche y trajes de cocktail.

Esa misma tela -que bordada es un verdadero encanto- compartió protagonismo con encajes, plumas y flecos llevando la cosa un poco más allá, y es que creo que la diseñadora siempre busca ir un paso más lejos y es ahí donde siento yo que pecó en demasía. Muchos de sus vestidos se hubiesen visto y sentido mejor si se le hubiese quitado algo. Como cuando dicen que antes de salir a la calle te mires al espejo y te quites algo para no abusar, tal cual.

Claramente hubo acá una misión de que más sea más, pero hasta dónde podemos empujar incluso estando en una pasarela. Faltó trabajar en la edición de cada una de las salidas, revisarlas una por una, que si bien varias fueron una belleza y estuvieron impecables, otras pudieron lucirse mucho más editando con atención.

Vestidos como el de arriba son una delicia y en el look de abajo ves como esa tela (y es que desconozco su nombre, la he buscado y no soy con ella, si alguien sabe que me pase el dato por favor) viste súper bien al mini vestido bordado.