Querida Valentina de mi corazón,

Mientras te esperaba, cuando naciste, tus primeros días, semanas e incluso tus primeros meses, mi corazón de madre primeriza soñaba secretamente y en algún lugar muy escondido del alma, que seas mi Mini Me. Te imaginaba mirándome, quería largas tardes de juegos, besos y abrazos hasta el cansancio, palabras que solo tu y yo entendamos, risas que solo tu y yo compartamos, secretos nuestros que te hagan mi pequeña princesa de este cuento privado que es el de la relación mamá e hija. Con los meses atrás como testigo, querida Valentina me has dado eso, y más, mucho pero mucho más. Tengo más miradas guardadas en la retina de las que podría imaginar. Tengo besos tuyos de cerquita, de lejos, con la mano y al aire. Abrazos cada mañana y apapachos todas las noches. Verte crecer me tiene maravillada y ser tu principal testigo es una bendición que Dios me ha dado y que agradezco cada mañana y cada noche y a cada momento. Nada me aterra más que sola idea de pensar que en algún momento de pueda faltar, ese es mi mayor temor en esta vida. Temor que tu apagas con una ternura incondicional porque cada día hijita, me das lo que soñaba multiplicado por algún gigante exponencial. Tienes un carácter único, una personalidad fuertísima y muy determinaba. Eres demasiado inteligente y voy a ser de esas madres que dicen que- su hija está por encima del promedio, en todo.

A tu año y siete meses vamos cantado canciones, completando oraciones, soltando palabras nuevas como quien lanza un suspiro al viento y momentos, vivimos momentos, todos los momentos posibles, para ser cada día lo más tu y yo que la vida nos permita ser. Jamás ni por un segundo imaginé vivir contigo lo que vivo ahora. En mi cerebro de madre habían imágenes como tu maquillándote a mi lado a tus cuatro o cinco años, colocándote un poco de perfume, cepillándote el cabello, pidiendo que por favor no uses mis collares y que dejes mis zapatos que vas a romper el pie. Pero tu determinación y esa capacidad que tienes para repetir todo lo que hago me deja boquiabierta un día sí, y el otro también. Me doy cuenta que no eres mi Mini Me, que me equivoqué y hasta vergüenza me da decir que una partecita de mi te quería como una pequeña versión mía cuando la realidad es que la totalidad de mi ser te quiere tan tu, tan singular y propia de tu ser que mi me mente vuela sospechando hasta dónde llegarás en esta vida, que desde ya sospecho que llegarás bien lejos mi amor Ese mini yo solo está en mi imaginación porque a tu cortísima edad eres más tu de lo que pueda imaginar. Tienes mucho de mi, y tantísimo de papá pero a la vez tienes tanto de ti, eres tan única que cada día busco cómo aprender más de ti, de mi y de esta hermosa relación nuestra.

Esta mañana te llevé a casa de mamama porque yo debía hacer unas cosas y esta imagen tuya, con tu mini Kipling y la mía a juego colgando de ti, lista para salir a la calle, fue tan de película que te tomé unas 333 fotos, acá unas cuantitas. Gracias por ser tu, nunca, pero nunca dejes de serlo y si en algún momento de pierdes, mírate al espejo que tu mirada siempre te dirá de ti, y de mi también. Te amo pequeña.