5 de Marzo del 2014
Oh la la! Oui Oui!: París!
Después de superar mi casi ataque de claustrofobia en el vuelo de 12 horas Lima - París, y después de la corredera de los dos primeros días, me puedo sentar tranquilo y cómodo frente a la ópera con una espectacular vista y una riquísima Carlsberg a contarles un poco de mi experiencia parisina.
Recuerdo haber visto Midnight in Paris y pensar, la próxima vez que esté en París voy a buscar ese lado que me inspira, voy a tomar un viaje conmigo mismo y caminar sin rumbo por las calles flanqueadas de edificios de 5 pisos. Voy a ponerme las mejores zapatillas que encuentre y sentarme en un café a reflexionar sobre mi vida y sobre mi futuro agradeciendo por el presente. Y así lo hice.
París me recibió con una melancólica y casi acogedora lluvia, ese tipo de gotas de agua que más que nada adornan las ventanas del carro mientras tratas de captar lo mejor de la ciudad a medida que te adentras en ella. Salí del avión como alma que lleva el diablo, mi falta de sueño y mi claustrofobia me jugaron la peor de las pasadas y no me quedó más que poner la cabeza entre las rodillas y esperar a que las doce horribles horas terminen. Cuando llegué a la Rue de L’Arcade, lugar que me albergaría por los próximos diez días, el cansancio pudo más que yo y caí muerto, simplemente perdí la conciencia. Estaba en París, no podía esperar mejores sueños.
Dos horas después mi estómago decidió hacerlas de alarma y empezar un concierto pidiendo comida, salté de la cama a la ducha, me puse unos chinos nuevos, agarré mi abrigo y una espectacular bufanda toda en alpaca de Stella Pardo (marca sobre la que más adelante les hablaré) y me aventuré a las calles de la ciudad de la luz. La capital mundial de la moda me esperaba peeeeero, primero lo primero, primero las zapatillas que me llevarían por todos lados con ese toque especial en mi strut. Encontré una pastelería en la esquina y la asalté, compré un bagel y secuestré un hombrecito de brioche y una coca zero y empecé mi búsqueda.
La verdad no me tomó mucho tiempo, tenía una idea de lo que quería: unas Vans clásicas con un twist diferente y único. Y después de menos de media hora de dar vueltas por Citadium las encontré como iluminadas por una luz divina y un coro de ángeles en el fondo. Sin pensarlo dos veces las arranqué del mostrador y las pedí en mi talla.
Lo bueno de ciudades como París y NY es que cada esquina tiene algo que ofrecer. La moda se respira pero no por el hecho de tener 9458485794 marcas a tu alrededor y vitrinas que te dejan parado con la boca abierta media hora, sino porque la gente tiene un estilo propio, la calle habla y produce moda todo el tiempo. Las tendencias para París son más que un mero referente para que cada individuo robe ideas y las traduzca en su propio lenguaje, en su propio universo. Pero bueno, de eso hablaremos más adelante. Con los pies eternamente agradecidos por dejar los oxfords y ponerme as nuevas e increíbles Vans, me dirigí a mi primera cita del viaje: la espectacular Cinthya Guerrero, directora de la marca parisina con producción peruana, Stella Pardo, mi ex jefa, mi mentora, mi host pero sobre todo mi amiga e ídola, me esperaba para comer juntos. De pie en un alucinante abrigo de baby alpaca, leggins y unas zapatillas de lo más urbanas, Cinthya me grita a lo lejos “Cheri!” y corre a abrazarme con esa dulzura tan de ella. Para mi sorpresa, mi querida parisina tenía un plan bastante diferente del de un restaurante bonito y acogedor para nuestra primera cita. Quería lomo saltado. Así que con la mejor de las sonrisas (y maldiciéndola por dentro) fuimos a comprar todo para preparar el famoso y peruanísimo lomo. Y aunque todos ustedes le han hecho bullying, realmente quedó rico.
La primera noche fue lo mejor, unas copas de vino, una comida casera, una mejor amiga y París. Creo que no hay combinación que pueda superar eso.
O sí?