Lo reconozco. Serán los años, será el tiempo, será el sereno, pero desde que cumplí 30 y vi que de cierta forma mi vida no era lo que quería que fuera cuando tenía 15 y trabajo de forma independiente me he vuelto loquita control.

No me malinterpreten, no me quejo de mi vida para nada, tengo una vida fabulosa -cual Kimora- que jamás si quiera soñé en tener pero lo cierto es que cuando era chiquititita me caí, pum!, mentirita, pero cuando era chica juraba que a mis 30’s estaba casada, con al menos 2 hijos, trabajando solo lo necesario -mi marido podría mantenerme y yo sólo trabajar para mis gustitos- y con una camionetaaaaaaaaaaaasa. Regio mi sueño, por eso trabajé desde los 19 años duro y parejo, para no sentirme mal si a los 30 tenía que dejar de hacerlo para cuidar de mi familia. Malo o bueno, eso era lo que yo pensaba que me iba a pasar.

Nadie me habló de una enfermedad que me cambiaría la vida, nadie me dijo que iba a tener un blog de moda ni que iba a ser “empresaria” desde mi casa -la aún casa de mi papis-. Reinventarme, empezar de cero, empezar por mi, quererme a mi y decifrar qué es lo que quiero en esta vida era algo que vendría con el tiempo de forma natural, no como un cachetadón.

En fin, tomé esa cachetada de la mejor forma posible, traté de sacar de eso algo bueno, “Al fin comienza la vida, esto es lo que yo esperaba, hoy todo es diferente más lindo más facil como lo soñaba, voy a salir a buscar una nueva ilusión una bella aventura….”, -Carmin a la vela. Y puedo decir que a estas alturas del partido tengo -la mayoría de cosas-que quiero tener, y no me refiero a zapatos y carteras, me refiero a la vida.

Pero bueno, así como tuve un cachetadón a mano limpia que me dijo Mira mamacita, vives de una vez o te me vas yaaaa!!!, a lo largo de estos 3 años y pico, he sufrido también otros pequeños golpes que como consecuencia, han hecho que esta ñaña que se creía hasta cierto punto el cuento de go with flow y tuviera una serie de Yo Nunca como lista de cabecera diga, with the flow mis pelotas, ¿yo nunca? a verrrrrr, pregúntamelo otra vez. Quiero el control.

Y es que no se si será la principal lección, de hecho que no, ya?, pero sí una de las que más practico en el día a día es, si lo puedo controlar, va, si no, no va. No me emociono por proyectos de chamba hasta que no estén concretos. Al comienzo de esto…pffff!!! No tienes idea tooodo lo que escuchaba, todo lo que me decían y yo me la creía, pero ya no me creo nada.

Ya no me dejo llevar por fulanito va a hacer esto, así que con eso vas a poder hacer XXX. No, si quiero hacer XXX yo veo la forma de lograrlo y no espero a que ningún fulanito me haga ningún favor. Claro, si alguien me hace un favor en buena hora, de hecho, hay muchísima gente que me ha hecho muchísimos favores y que se los agradezco en el alma, pero otros tantos me han desilucionado, así que cuento con una mano la gente en la que puedo confiar -bueno, en realidad cuento con dos manos y ellos saben quienes son-.

Pero en el fondo me considero súper confiada ah!, confío en las buenas intenciones de la gente, confío en que todos tenemos almas nobles y buena Fé hasta que se pruebe lo contrario, confío en que quisiste hacer las cosas bien, pero se, que las cosas no siempre salen como uno quiere por muy buenas intenciones que se tengan, y que de buenas intenciones no puedo vivir, no quiero vivir. Quiero vivir con la certeza de que hay cosas que se pueden lograr porque yo tengo los medios y las formas para lograrlo. Dios me dio el regalo más grande y no me dejó ir, así que de ahí en adelante el resto depende de mi.

Y quiero el control, en realidad, si no lo puedo controlar…..next, no me gasto. ¿Qué ladilla, no?. Lo peor, es que cuando veo a alguien en una situación que no controla pero sí lo puede hacer, me frustro!!! Tener el control sobre mi trabajo, sobre el futuro de mi relación, sobre mi cuerpo -welcome Pilates- y mente, sobre lo que voy a hacer el fin de semana, todo, ya no soy una chiquilla, soy una mujer que quiere saber (y hacer) hacia dónde va su vida. AAAAAAAASSSSSSSSUUUUUUUU!!!!! MA-RI-SE-LAAAAAAAAA!!!!!

No se que tan bueno o malo sea esto, no lo se, como tampoco se cuánto tiempo me vaya a durar, tal vez la fiebre por el control dure lo mismo que mi nuevo corte de pelo o que la fiebre de los pitillos y de acá a dos años me veas la más relajada y esperando que la vida me viva -no, eso nunca más- pero si me entiendes, no??? Se también que algunas personas están pagando pato por eso a mi alrededor, pero, por ahora, es lo mejor que puedo hacer, tratar de tener algo de control -porque no digo que lo tengo, digo que lo intento- entre tanta cosa loca.

No me culpes que no soy yo, es la situación. Ayyyyy mi madre…

El restaurante La Bodega (de los Plevisani) que queda en Chacarilla, siempre ha sido uno de mis huecos favoritos. Voy desde hace muuuchos años, siempre ha sido como un lugar lindo donde puedo ir con mi galán (de hecho, ahí fue nuestra primera cita) o con mis amigas. Amo ir toda linda y arregladita a veces, porque me encanta arreglarme para salir a “cenar”, como ha sido mi escape en los almurzos de domingos cuando vivía en buzo y quería de alguna forma “engreirme”, dejaba la moda de lado y practicamente en mis mismas pintas deprimida de siempre, iba.

Amo, ir por un vinito y una “piadina” y sólo conversar, amor ir por sus Cosmopolitans que son uno de los mejores de la ciudad y así como amo sus ravioles rellenos de espinaca y ricotta en salsa al pomodoro y champigñones, sus postres, etc…Y desde hace un tiempo tenía un plato nuevo preferido: Linguini (o no recuerdo el nombre de la pasta exacta) al vino blanco con langostinos.

Hace muuuuuuucho tiempo fue la última vez que fui. Y fue la última vez porque en medio de mi pasta al vino blanco con langostinos había un mega pelo. Terrible. Pero no soy escandalosa ni mucho menor, pedí educadísima yo que me quiten el plato y listo, me trajeron un postre como disculpas y listo el pollo.

Pero la semana pasada invité a mi adorada prima EM a almorzar, y la quise llevar a la Bodega porque si a mi me gusta tanto ese lugar seguro que a ella también. Pedí ese mismo plato otra vez -sí, soy bien clásica y no de las que anda por la vida probando comidas nuevas-, otra vez en medio del plato había un pelazo.

Pedí que me lo cambiaran, no sin antes sentir que la señorita linda que atendía me mirara con cara de que ese pelo podía ser mío. Le tuve que decir que no era mío porque estaba al fondo y bien enroscado. Me miró, se llevó el plato -me miró mientras- y nuevamente me ofreció un postre. Por alguna razón me sentí culpable….

Pero señores de la Bodeguita, no se trata de eso!!! Ni de andar llevádose el plato ni de mirar raro a sus clientes ni de andar ofreciendo disculpas. Agradezco sus disculpas, me devoré feliz el postre y probablemente regrese. Yo soy bien buena gente y no soy reclamona ni quejosa, no, y si algo, escribo este post esperanzada en que alguien que conozca a alguien que trabaje ahí o conozca a los Plevisani lo llegue a leer y tomen serias cartas en el asunto. Porque yo era una cliente frecuente y quiero seguir yendo pero ya no se ya. Que roche llevar a mi prima en nuestra primera cita de primas a un lugar lindo para mi y que vea un pelaso en mi plato. RO-CHE.

¿¿¿Y dos veces en el mismo plato???. Yo no se que pasará en esa cocina, pero les ruego que tomen cartas en el asunto. Repito, ¿¿¿alguien conoce a alguien que conozca alguien que me ayude a que este post llegue a sus oídos???

Feliz domingo!!!

No se, no puedo, es maravillo y sobrecogedor cuando leo un comentario como este.

Será que de verdad, este blog en algún momento ha llegado a “tocar” al alguien????

Como diría mi abue….”Ay mi madre!!!”

Toy asaaa, (o sea, estoy asada), no sólo me han pasado mis clases de pilates a las 6am (o sea, justo en invierno, levantese usted a las 5:45am), si no que hoy entró una alumna nueva, una tía, de esas que en sus años mozos le enseñaron que se respira por la naríz y se bota por la boca. Todo bien, mejor dicho, todo mal porque en pilates se inhala y exhala por la nariz, pero bueno.

Mi gran problema es que esta tía inhala y suena (sí, su nariz suena) y cuando exhala hace shhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. Así, y en voz alta. SHHHHHHHHHHHHHH.

Se desinfla en voz alta

Y se preguntarán por qué escribo ¡¡¡en bicicleta!!! con signos de admiración, pero es que no recuerdo cuando fue la última vez que me subí a una de ellas….tal vez cuando tenía 14 ó 15??? No lo sé, pero aprovechando que el fin de semana me fui al Cusco, el sábado acompañé a mi hermana al mercado y que creen…me fui en bicicleta. Acá las pruebas.

Bien mamacha yo, no??? Tremenda manganzona re-aprendiendo a montar bicicleta. Chamare…