No poco, aunque tampoco podría decir que mucho, fue lo que me tomó darme cuenta y aceptarlo. Cuando nos enamoramos, cuando trabajamos con otras personas, con nuestros amigos, a veces la comparación es inevitable. Y si fuera ella, a lo Alejandro Sanz.
Me pasó, que después de estar muchos años con un enamorado terminamos y casi inmediatamente él estuvo con otra. Otra, que seguro es mejor que yo, más inteligente que yo, más bonita o divertida que yo. Maldita sea, lo voy a perder. Ella tiene su momento y to tuve el mío.
Me pasó, que alguna vez puse mis ojos en alguien que no conocía y que seguramente no debía, porque esa persona tiene a otra a su lado. De todas maneras que ella es más bonita, inteligente y divertida que yo. De hecho. Ella tiene su lugar, yo no tengo lugar.
Me pasó, en mi primer trabajo como Marketing & Sales Assistant, que la persona que me había tocado reemplazar no se había cambiado de chamba si no que la habían ascendido. Oh boy! Tenía grandes zapatos que llenar porque si la habían ascendido era por algo. Era porque era espectacular en su trabajo. Era porque era (es, en realidad) un persona genial, con carisma y gran potencial. Una capa a la vela. Yo estaba fascina con ella y su capacidad para resolverlo todo.Chamare…cómo manejo esto!!!
Yo apenas había terminado mi carrera, sólo había hecho prácticas en CPI -contaba manzanas en lotes específicos para tratar de determinar la densidad poblacional de determinado distrito-, o sea, que no tenía que ver con lo que ella sabía o podía. Yo tenía 19 y ella 33. Yo había estudiado una sola carrera, mis viajes eran de puro relajo y en mi historial contaba con un único enamorado. Ella se había casado, enviudado, tenía una hija qué mantener, había recorrido el muendo, vivido en Europa y tenía varios cartones en su haber. Yo era una chiquilla que se pintaba la boca de rojo, mucho rimel y polvos traslúcidos simplemente porque las demás mujeres del área lo hacía. Quería encajar. Usaba sastres Benetton -los mejores!- y Kookai, medias panty brillosas que venían en un envase con forma de huevo y tacones de 9cms de Nine West. Ella era una mujer que dominaba su pelo como el teclado de la computadora. Lo que a mi me tardaba 10 a ella le tomaba 1. No había punto de comparación. Ella era superior por donde la veas.
No sabía por qué caracho me habían elegido a mi para reemplazarla, aunque la respuesta era aparentemente obvia: Alguien, mi jefe, había visto mi potencial y de hecho creo que no demoré mucho en estar a la altura para que al menos, no se sienta una diferencia abismal entre ella y yo. Ella tuvo su momento y su lugar, yo ahora tenía el mío. Le saqué el provecho de caso y fue de tooooodas maneras, el trabajo que más amé.
Lo mismo pasaba con mis amigas. A medida que yo empezaba a trabajar (empecé mucho más joven que las demás) y ellas aún se divertían, perdí mi lugar en el grupo. Cuando me operaron y tuve que estar tanto tiempo en descanso médico, que la vida continúaba para ellas era absolutamente el orden natural de las cosas. Yo me retraje en mi auto exilio, tenía que encontrarme y esas son cosas que una mujer hace cuando las tiene que hacer. Con el pasar de estos últimos 3 años sigo medio aisalada de ellas, soy yo la que no es suficientemente buena. Soy yo la que no siempre gana plata. Soy yo la que no es gerente. Otra vez soy yo la que no encaja.
Idioteces varias, lo se. Situaciones que si miro a la distancia puedo ver que son tan tontas e irreales como una novela de Corín Tellado (la chica guapa, inteligente y solitaria no siempre termina en los brazos del chaval guapo, mujeriego y millonario de aquel pequeño pueblo). Pero que se me cruzan por la cabeza de vez en vez para recordarme que la inseguridad es una latente que coño, ¡no se va! pero que a la vez me hace ver que ya pues, no podemos reemplazar a nadie, cada quien tiene, simplemente, un lugar en un momento dado. Y punto. Lo vives, o te dejas vivir (sea lo que sea, no engordes!, la vida es mejor cuando te ves raaaagia, ja! sorry pero no puedo con mi genio).